¿El techo de cristal empieza en el parque de bolas?

  • Factores como la discriminación, la menor autoconfianza o las expectativas pueden determinar el futuro profesional de las niñas en mayor medida que su libertad de elección
  • La mayor cualificación de las mujeres no se refleja en el mercado laboral, ni en empleabilidad, salarios ni puestos directivos
Niños y niñas juegan en un parque infantil
Niños y niñas juegan en un parque infantil

Nerea no sabe lo que quiere ser de mayor. Tiene sólo 6 años y ni sus aptitudes en el primer curso de primaria ni las extraescolares de baile, robótica o natación sugieren un camino concreto para su futuro. Pero cuando tenga 15 años, ¿decidirá por sí misma o empujada por el entorno?

Según el informe de la Unesco 'Descifrar el código: La educación de las niñas y las mujeres en ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM)', factores como la discriminación, el sesgo de género, las costumbres o las expectativas serán las que determinarán su decisión, y no tanto la libertad de elección.

Sólo 17 mujeres han ganado el Premio Nobel de física, química o medicina

Así, el organismo de la ONU detecta una preocupante falta de representación femenina en el campo de la tecnología y las ciencias, que tiene su origen en la niñez. De hecho, sólo 17 mujeres han ganado el Premio Nobel de física, química o medicina desde que Marie Curie lo obtuvo en 1903, en comparación con 572 hombres. Y actualmente, sólo el 28% de investigadores en el mundo son mujeres. Según el último informe PISA, de 2018, las niñas expresan un mayor miedo al fracaso. A pesar de ello, acaban obteniendo unos mejores resultados, tanto en matemáticas o ciencias como en lectura. Entonces, ¿por qué en la edad adulta no consiguen los puestos o el reconocimiento que su talento parece pronosticar?

Falta de confianza y estereotipos

Por un lado, de los datos de PISA se desprende una preocupante falta de autoconfianza. Porque, curiosamente, las niñas que expresan un menor miedo al fracaso no obtienen tan buenos resultados. Ese matiz -y aquí empiezan las diferencias- no aparece tanto entre los niños, que muestran en esa edad adolescente mucha más confianza en sí mismos y obtienen unos resultados similares sin tener en cuenta ese factor.

Es viernes por la tarde y Nerea está en el parque jugando con su amigo Enzo, también de 6 años, que ha traído un carro de la compra de juguete. El año pasado se veían de igual a igual, pero este curso ella empieza a notar diferencias. Sea por factores sociales o ambientales, según un estudio publicado por Science en 2017, cuando a las niñas les preguntaban por alguien muy inteligente, hasta los 5 años no parecían establecer diferencias por sexo; pero a partir de los 6 años, comenzaban a situar a los niños en la categoría de muy inteligentes, y no a ellas mismas. En ese momento comenzaría a definirse una percepción estereotipada de inteligencia, según el mismo estudio.

Ellos juegan con coches y ellas a los médicos

A pesar de los avances en materia de igualdad, los factores sociales y culturales siguen situando flechas en el camino. Según el informe PISA, cuando preguntan a chicos y chicas que demuestran habilidades en ciencias y matemáticas sobre el trabajo que esperan desempeñar cuando tengan 30 años, ellos se decantan por profesiones relacionadas con ciencia y tecnología, mientras que ellas creen que serán profesionales de la salud.

Y de nuevo surgen los porqués, puesto que, a priori, y según los datos más recientes del ministerio de Educación y Formación Profesional, ellas salen más y mejor formadas de la secundaria, y por tanto parece que deberían tener mayor capacidad de elección gracias a su mayor cualificación. Según el informe 'Igualdad en cifras MEFP', publicado con motivo del 8M, el 82% de las chicas obtiene el título de la ESO y el 63,4% el de Bachillerato. En el caso de ellos, el 72% (10 puntos menos) se gradúa en secundaria y menos de la mitad (48,8%) termina Bachillerato.

Pero entonces parece surgir la brecha definitiva. Sí, ellas dejan menos los estudios en el tramo 18-24 años (un 13% de abandono femenino frente a un 21,4% masculino) y van más a la Universidad (55,2% del alumnado), pero después, la realidad del mercado laboral es otra. Las mujeres tienen peores tasas de empleabilidad en todos los niveles formativos y las tasas de paro son superiores.

Actividades económicas por número de afiliadas

Actividad económica Mujeres afiliadas Tasa (%) mujeres
Comercio al por menor, excepto de vehículos de motor y motocicletas 1.171.435 61,05
Actividades sanitarias 817.489 73,7
Educación 679.743 66,01
Servicios de comidas y bebidas 656.249 51,51
Administración Pública y defensa; Seguridad social obligatoria 566.799 51,53
Actividades de los hogares como empleadores de personal doméstico 404.557 89,36
Agricultura, ganadería, caza y servicios relacionados con las mismas 402.278 35,78
Servicios a edificios y actividades de jardinería 394.350 66,21
Comercio al por mayor e intermediarios del comercio, excepto vehículos de motor y motocicletas 358.669 36,23
Otros servicios personales 237.210 72,89
Asistencia en establecimientos residenciales 231.223 83,86
Actividades de servicios sociales sin alojamiento 198.604 77,05
Actividades jurídicas y de contabilidad 181.150 59,28
Actividades administrativas de oficina y otras actividades auxiliares a las empresas 175.858 53,75
Industria de la alimentación 146.509 38,8

Seleccionadas las 15 principales actividades. Fuente: Informe del mercado de trabajo de las mujeres. SEPE (datos de 2018).

Algunos viernes por la noche la familia de Nerea saluda el inicio del fin de semana en el burger. Tiene además una hermanita pequeña desde hace sólo unos meses. Cada vez ocurre en menos sitios, pero en el centro comercial de hoy el cambiador para bebés sigue estando en el aseo femenino.