Una psiquiatra revela que Rosario Porto tenía deseos de morir en 2009

  • Un abogado de Porto: Al abuelo de Asunta "no se le pasó por la cabeza" nombrarla heredera
  • La defensa de Basterra renuncia al amante de Porto como testigo

Una psiquiatra del centro sanitario La Robleda, en Compostela, que atendió a Rosario Porto en 2009, ha revelado que ese año la madre de Asunta "tenía deseos de morir", por lo que lógicamente suponía un "riesgo para ella" misma, "pero para terceras personas, no".

En la novena jornada del juicio por la muerte violenta de Asunta, dedicada a la declaración de testigos propuestos por la defensa de Rosario Porto, madre de esta niña de 12 años de cuyo asesinato está acusada, ha recordado que su paciente acudió al sanatorio acompañada por su esposo en aquel momento, Alfonso Basterra, ya que presentaba un notorio cuadro de "ansiedad, angustia y tristeza".

Esta especialista, que en esta vista oral ha comparecido como testigo, ha remarcado que, en aquel momento, Rosario suponía un riesgo para ella misma e incluso ha recordado que, según muestra su historia clínica, "cuando era joven" sufrió un episodio de intento de "autoeliminación".Aún así, y en contra del criterio de los médicos, la madre de Asunta pidió el alta voluntaria tras ese ingreso en 2009.

Esta psiquiatra se ha acogido a su "código deontológico" para no declarar sobre la relación entre Asunta y su hija, pero sí que ha confirmado que Rosario presentaba "ambivalencia" y que esto supone sentir "a veces amor y a veces odio" por las personas del entorno de una.

La abogada Rosario Porto y el periodista Alfonso Basterra, internos desde hace más de dos años en el penal coruñés de Teixeiro, son los dos acusados del asesinato de su hija, a la que adoptaron cuando aún no había cumplido doce meses de vida.

AL ABUELO NO SE LE PASÓ POR LA CABEZA NOMBRARLA HEREDERA

Un abogado que asistió a Rosario Porto en los primeros momentos tras el hallazgo del cadáver de su hija Asunta ha declarado que al abuelo de la niña -del que este letrado era amigo- "no se le pasó por la cabeza" nombrarla heredera, sino que su hija "Charo" era la señalada para ello.

Este testigo, con 43 años de carrera profesional que empezó con el padre de la acusada, ha explicado en el juicio que trata de esclarecer la muerte de la niña cómo fue su intervención en relación con el divorcio de Porto y Alfonso Basterra, padres adoptivos de Asunta y acusados de asesinarla en septiembre de 2013.

"Ella compareció por mi despacho manifestándome que quería poner una demanda de divorcio a su marido. Le pregunté si era amistosa y me dijo que no, porque discrepaban en cuanto a la custodia de la niña", ha apuntado. Así, ha indicado que no le parecía "correcto" llevar él el divorcio puesto que conocía a ambos cónyuges, pero "al cabo de unos días" se llegó "a un arreglo".

"Yo hablo con él, él admite y cede, no en el tema económico, sino en relación a la niña, a su custodia. El entra en razón, considera que la niña estaría mejor con la madre dado el nivel de vida, por las posibilidades económicas que la madre le podía prestar", ha relatado.

De esta forma, ha resumido que su intervención se ciñó a esa, y que el divorcio se resolvió con el establecimiento de un régimen de visitas a la niña.

Este profesional, amigo de la familia, ha recordado que le asistió en los primeros momentos, y que estuvo en el tanatorio de la niña, donde le comentó que no era especialista en derecho penal y que era habitual que en circunstancias como esa se hiciese "declarar a los familiares próximos". "Y le asisto", ha rememorado.

RELACIONES "EXCELENTES"

Este testigo ha declarado que las relaciones entre Rosario y Asunta eran "excelentes" y también ha traído a colación que el abuelo, en un primer momento, comentó que le parecía "un poco precipitado" la adopción, "porque eran jóvenes y podían tener hijos", pero ha precisado que no fue más que una sugerencia, y que luego tenía una buena relación con la niña.

Sobre la relación de madre e hija, ha valorado que "siempre se mantuvo" buena, también en los últimos meses de vida de la pequeña, y ha reivindicado que existía "un exceso, entre comillas, en ese afán que tenía de pagarle clases de música, inglés, francés...". "Es decir, todo para la niña", ha apostillado.

A las cuestiones del fiscal, ha declarado que "en absoluto" el abuelo dejó bienes a la niña y que "siempre era la hija a la que iba a nombrar heredera", puesto que la niña era "pequeña", desconocía la "actitud que podía tomar" en un futuro y por eso "no se le pasaba por la cabeza" designarla a ella.

Mientras, interrogado por la abogada de la acusación popular, ha señalado que, en el tanatorio, Porto le dijo que, la última vez que vio a su hija fue "cerca de Puente Castro", plaza próxima a su vivienda. Ha añadido que le comentó que "no subió con ella hasta el piso", sino que "la dejó en la calle".

DECLARA OTRA MADRE

Otra madre de compañeros de Asunta ha intervenido este viernes en el juicio, a propuesta del letrado de Rosario Porto, con quien tenía, ha dicho, "cierta amistad", ya que coincidían en el Ampa y en el Consello Escolar, donde se conocieron unos 10 años atrás.

Ha explicado que se veían con frecuencia en esas reuniones y también por la calle, "por vecindad". Al respecto de la relación Basterra-Asunta, cuestionada por la abogada de este, la ha calificado como "normal", la de "un padre preocupado por la niña" y que le llevaba a actividades extraescolares.

REFORMA DEL PISO DE GENERAL PARDIÑAS

Tras ella, ha comparecido quien recibió el encargo del diseño de la reforma del piso de General Pardiñas, el que había sido de los padres de Porto. Esta mujer ha indicado como el proyecto inicial, previsto para "una familia", cambió tras el divorcio, e incluía espacios de trabajo para la madre y para tocar el piano la niña.

En este extremo, ha fijado en "cuatro reuniones semanales" las que mantenían ambas en los momentos más intensos de trabajo, y también ella ha hablado de una relación "normal", la de madre e hija.

"Andábamos muy apuradas", ha rememorado, para, después, explicar que, cuando su clienta comenzó a encontrarse mal de salud, los médicos y los encargados de la obra decidieron pararla, al menos durante un mes, para que descansase. "Se paró la obra todo el mes de agosto. Y el último mes de julio, el último de obra, casi todo con Charo fue 'WhatsApp', teléfono... Porque eran ingresos continuos en el hospital", ha indicado.

Ya en relación con septiembre, ha recordado que no sabe si el día 6 o el 10 de septiembre Porto se volvió a poner en contacto con ella "para que retomásemos la obra, conforme había descansado y se encontraba mejor". "Empezamos a movilizar e intentar retomar el tema, ha apuntado.

DIRECTOR DEL INSTITUTO

Este viernes de declaraciones de testigos propuestos por la defensa, uno de los que ha tenido que comparecer en los juzgados de Santiago fue el director del instituto de Asunta, quien la definió como "reservada", con "buen comportamiento", "buena alumna" y con una media de notable.

Rosario, ha apuntado, "formaba parte del Ampa", y la niña había sido adelantada un curso por una decisión "de técnicos a propuesta de la familia". Tras el hallazgo de su cadáver, recomendó a su tutor que entregase el justificante de la ausencia de la menor unos días antes de su muerte.

AHIJADO DE LOS ABUELOS

Por último, un hombre cuyos padrinos de bautismo eran los abuelos de Asunta, que conoce a Rosario Porto desde niños y que la recibió tanto a ella como a Asunta varias veces en su casa, ha ratificado que Porto y Basterra tuvieron discrepancias por la niña durante su divorcio.

Al término de la sesión de este viernes, la abogada de Basterra ha anunciado que renuncia al amante de Poto como testigo, citado para las declaraciones del martes.