Lágrimas y abrazos para recibir a 40 soldados de la Bripac que regresan de Irak

  • Otros 50 regresan el domingo justo antes del día de Navidad
  • Un abrazo que vale más que el Gordo de Navidad

Poco más de las 09.30 en el reloj y, frente a una sala de llegadas de la Terminal 3 de Barajas, una pancarta ha recogido el sentir de los padres, hijos, novios y novias de unos militares del cuerpo de paracaidistas que, tras cinco meses en Irak y por Navidad, han regresado a casa.

"Abrazarte es mi lotería de Navidad. Te quiero papá", se podía leer en una artesanal pancarta sostenida, de un lado por la mujer y desde el otro por el hijo de Carlos González, miembro del grupo logístico de la Brigada Paracaidista, quien nada más llegar se ha fundido en un abrazo con su familia.

"Estoy muy contento, la verdad, muy contento, después de cinco meses estábamos deseándolo ya", ha confesado el militar a Efe quien, con su llegada, ha calmado el desasosiego de los suyos, que no le han dado tiempo ni a quitarse la boina.

Rocío y Álvaro, mujer e hijo respectivamente, han remarcado que "han tardado en salir más de lo esperado" y es que los momentos desde que el avión ha aterrizado en Madrid con estos 40 militares a bordo hasta que éstos han traspasado la puerta de la terminal, se les han hecho más largos que el propio vuelo.

"Han tardado más en salir que en volar casi", ha comentado Rocío, con una sonrisa, tranquila ya al tener a su marido en casa por Navidad, "las fechas ideales para volver", como ha especificado el propio González.

Pero antes de esto, alrededor de medio centenar de familiares ha esperado con globos, cámaras de fotos, ilusiones y nervios que se han acrecentado conforme 'sus paracaidistas' se han agolpado detrás de una puerta que se abría y cerraba y que ha permitido a algunos saludar a sus seres queridos desde la distancia, eso sí, de poco más de unos metros.

"¿Dónde está el nuestro?", se han preguntado un par de mujeres, cámara de fotos en mano, junto a unos niños que no paraban de repetir, felices, "quiero ver a mi papi".

En cuanto han cruzado el umbral de la puerta, los globos han desaparecido, las pancartas se han plegado, han comenzado las carreras de los más pequeños hasta los brazos de sus padres y los nervios se han transformado, como en las películas, en lágrimas y besos.

No es para menos, porque cinco meses son muy largos y más largos, si cabe, son para las madres. "Se hace muy duro, te acuerdas muchísimo y estás preocupada, pero por otro lado también estás contenta y feliz porque están haciendo lo que les gusta y sólo con eso ya vale", ha reconocido Ana, quien esperaba a su hijo.

Y si Ana es la madre, Anabel es la novia, quien no ha dudado en admitir que estaba "muy nerviosa" en los prolegómenos de la vuelta a casa por Navidad de su novio.

Unos minutos después, ya no había nervios y los tres han desaparecido del aeropuerto camino a casa donde la próxima semana, si son jugadores, todos ellos seguirán el sorteo del Gordo de Navidad, pero sin agobios. La lotería, como decía aquel cartel, ya les ha tocado.