Las niñas toman el poder para cambiar el mundo

  • Piden que sus derechos cuenten en las políticas de todo el mundo

Sabina (Nepal), Brisa (Nicaragua), Yadis (Colombia) y Shatabdi (India) son cuatro adolescentes que van a tomar el poder en instituciones españolas, como el Ayuntamiento de Madrid y la Academia de Cine, para ver desde arriba cómo se puede cambiar lo de abajo, una tarea en la que ya están embarcadas en sus comunidades.

Yadis Xiomara es una adolescente colombiana de 15 años que será alcaldesa de Madrid el próximo martes. Ella ya lo es en cierto modo en su instituto, donde aprovecha los recreos o la ausencia de un profesor para explicar a sus compañeros que pueden reclamar sus derechos.

"En mi comunidad uno de los problemas es que las niñas tienen problemas para asistir a clase porque pasan por zonas solitarias y las distancias son muy largas, hay muchos embarazos tempranos en adolescentes", dice Yadis, que se define como "una vocera" que ha aprendido sus derechos y que quiere "llevarlos a los demás para que también puedan reclamarlos".

En una entrevista conjunta con Efe, las cuatro niñas escuchan los relatos de las otras con admiración y declaran sentirse muy cerca, aunque no puedan comunicarse directamente por los distintos idiomas que hablan. "Nos abrazamos mucho y así nos entendemos".

MATRIMONIOS PRECOCES

Sabina Shrestha tiene 17 años y vive con sus padres y sus dos hermanas en un pueblo situado al este de Nepal. Ha conseguido parar seis matrimonios forzosos de niñas en su comunidad, presentándose, junto a un grupo de amigos, en sus casas y hablando con sus padres.

"A veces tengo miedo, algunos padres me han amenazado e insultado porque dicen que no me meta en sus vidas; no es fácil porque nosotros somos un grupo de niños que hablamos con adultos, pero estamos convencidos de que lo vamos a conseguir", cuenta esta joven activista de aspecto frágil, pero que habla con energía y con una enorme sonrisa en la boca.

A Sabina le han tomado en serio en su pueblo, asegura que cuenta con el apoyo de la Policía y de algunos líderes locales, y ajena a los riesgos que asume, relata con satisfacción cómo una niña que estaba viendo una de las obras de teatro que escenifican por la calle se dio cuenta de que no estaba bien que sus padres le obligaran a casarse y se enfrentó a ellos.

En una colonia de reasentamientos de Nueva Delhi vive Shatabdi, físicamente también menuda, de 15 años, con una fuerza interior que expresa cuando habla. Quería jugar en la calle, pero su madre se lo prohibía; no podía entender que una niña debía estar en casa, que no iría nunca a la universidad y que estaba obligada a casarse pronto.

"Somos una patrulla de 26 niñas que evaluamos la seguridad de las calles que llevan al instituto. Muchas niñas dejaban de ir al colegio porque los hombres les acosan y agreden aprovechando descampados o zonas poco iluminadas. Nosotras localizamos tiendas amables que ayuden a estas víctimas en caso de problemas y marcamos los edificios abandonados", explica la joven, creadora del proyecto "Calles seguras".

Identificados los problemas, escriben una petición al responsable, acompañándolo de firmas, y una vez registrada con el sello de entrada, esperan en la puerta hasta que se resuelva. "Y si no, volvemos a presentarla; hemos conseguido que coloquen farolas en las calles oscuras y muchas niñas ya han perdido el miedo de salir a la calle".

CONSTRUIR LA PAZ

Desde una emisora de un pueblo de Nicaragua (Puerto Cabezas), Brisa, una niña de 16 años de la etnia miskita, aconseja y acompaña a adolescentes que han sufrido violencia, muchas veces por parte de su familia.

"Sufren discriminación por ser indígenas y niñas; en mi país hay prácticas de cultura negativa, como machismo, embarazos tempranos y violencia sexual, y las niñas creen que no tienen derechos a expresarse, lo asumen y se sienten invisibles", relata esta joven periodista.

Después de una semana participando en distintas iniciativas de la ONG Plan Internacional, que las ha traído a España para visibilizar el Día Internacional de la Niña (11 de octubre), las cuatro jóvenes activistas volverán a sus países a relatar sus experiencias.

Aunque quizá ellas no sean conscientes de que también han dejado sus valientes historias en España.