La humedad en los oídos incrementa el riesgo de sufrir otitis en verano

  • Esta infección es muy frecuente en los meses de calor y los niños son los más vulnerables

Las playas y piscinas, junto al calor, incrementan el riesgo de sufrir otitis como consecuencia de la humedad, siendo los niños los más vulnerables por tener los conductos del oído más cortos y pasar más tiempo en el agua.

La humedad acumulada en los oídos después de los baños, así como la sudoración derivada de las altas temperaturas, son los principales factores de riesgo de la otitis externa difusa, conocida también como la otitis del nadador.

Este tipo de infecciones son muy frecuentes durante el verano y consisten en la infección e inflamación del epitelio que recubre el conducto auditivo externo y que sufre una maceración como consecuencia de la humedad y el calor, lo que facilita la actuación de los gérmenes.

SÍNTOMAS CON DOLOR

Los principales síntomas derivados de la otitis son: dolor, molestias al masticar o bostezar, picor, sensación de taponamiento, una leve pérdida de audición y percepción de humedad en el oído, a veces en forma de supuración. En estos casos será preciso que el paciente acuda a la consulta del otorrinolaringólogo.

Uno de los aspectos que pueden favorecer la aparición de infección es la ausencia de cerumen que también actúa como protector del conducto auditivo, de ahí que lo recomendable sea no extraerlo de forma sistemática.

Otros factores de riesgo son las dermatitis alérgicas, el estrés, los ambientes polvorientos, así como la contaminación bacteriana o química de las aguas.

El profesor Carlos Cenjor Jefe de Otorrinolaringología de la Fundación Jiménez Díaz-Quirón aconseja qué hacer para prevenir la afección.

CONSEJOS PARA EVITAR LA AFECCIÓN

Consejos a seguir: Secar la parte externa del oído y la entrada del conducto al salir del agua. Reducir el tiempo de inmersión, sobre todo en niños. Usar tapones o gorros de baño para reducir la posibilidad de entrada de agua en los oídos, especialmente en personas con antecedentes de dermatitis, exostosis del conducto, perforaciones timpánicas, cirugías previas sobre los oídos, diabetes o inmunodeficiencia.

Evitar los baños en aguas potencialmente contaminadas. No usar bastoncillos u otros objetos como horquillas, palillos u otros para limpiar o rascar el oído, ya que pueden irritar la piel y hacer que la cera quede impactada en la parte más profunda del sistema auditivo, desprotegiendo la zona.

Si fuera necesario, utilizar un secador de pelo a una distancia prudencial, a fin de no quemarse, para secar el oído. En caso de que el agua quede retenida en el conducto auditivo se pueden aplicar unas gotas de alcohol boricado a saturación preparado en farmacias, y si la infección avanza, será preciso usar antibióticos por vía oral.

Antes de las vacaciones, someterse a una limpieza por parte de un profesional sanitario en caso de predisposición a formar tapones de cera o queratina. No aplicar espráis que pueden cambiar el PH de la piel del conducto y reducir sus mecanismos de defensa. Acudir a la consulta del otorrinolaringólogo en caso de sufrir molestias y síntomas.

Una vez curada pueden aparecer futuros brotes, por ello la prevención es lo más importante en este problema, especialmente en personas susceptibles a padecerlas con más facilidad.