El español alegre y dicharachero es pícaro e impuntual tras conocerlo mejor

  • Así nos definen varios extranjeros de diferentes nacionalidades
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El tópico del español bajito, alegre y dicharachero se transforma, para los extranjeros que residen un tiempo en España, en una persona "pícara", impuntual y poco servicial, que vive en un país en el que es muy difícil conciliar la vida laboral y familiar.

Así desmitifican y definen a los españoles varios extranjeros de diferentes nacionalidades y residentes en España.

Dos americanos que llevan en España más de quince años, uno por motivos personales y el otro por causas profesionales, han explicado a Efe cómo fue su primer contacto con un español y lo que más les llama la atención de su modo de vida.

Jim aún recuerda con nitidez la primera impresión que tuvo de España.Procedente de Londres viajaba en tren a Pamplona para conocer en primera persona los Sanfermines cuando, a cinco kilómetros de la capital navarra, les obligaron a desalojarlo.

El responsable del tren les comunicó que éste no llegaría a la ciudad y que debían tomar un autobús. La mayoría de los extranjeros del tren lo hicieron pagando el correspondiente billete, pero Jim decidió esperar en la estación.Al dirigirse a un agente, éste le indicó que el próximo tren a Pamplona era el mismo del que acababa de bajarse, momento en el que comprendió que había sido víctima de un engaño para que los extranjeros pagaran el billete de autobús.

Este recuerdo, según su narrador, es en apariencia una anécdota pero en esencia es un retrato de la picaresca española responsable de que a los españoles se les considere "listillos".Tanto Jim como Bárbara, la otra ciudadana americana, han coincidido en que, pese a que los españoles son personas familiares, es difícil compaginar la vida profesional y familiar ya que las jornadas laborales en España se distribuyen de manera muy poco eficiente.Juliana, brasileña, y Javier, colombiano, afirman, tras más de veinte años viviendo en España, que su experiencia les ha hecho cambiar la imagen de extrovertidos y hospitalarios de los españoles, por la de "maleducados, irrespetuosos y hoscos".

Añaden que ver a un español pedir perdón o ceder el asiento a personas mayores en el metro son hechos "insólitos" y que, por lo general, quienes trabajan "cara al público" son poco o nada serviciales.A Sofía, una joven periodista rusa que lleva ya casi un año en España lo que más le ha sorprendido del carácter español es la impuntualidad.

Según ha explicado a Efe, en la universidad sus profesores llegaban tarde sistemáticamente y, cada vez que va a una fiesta, "aunque me retrase una hora soy la primera en llegar".Europeos y americanos coinciden en que la costumbre española de cerrar los establecimientos entre dos y tres horas al mediodía les sorprendió al llegar y les resulta bastante incómodo.

Por otra parte, Rodrigo, un joven chileno que lleva ya ocho años en España siente que en el terreno laboral la cultura del esfuerzo no está arraigada a la forma de concebir la vida profesional y además apostilla que los españoles "consideran el ocio como algo prioritario".En esta línea, Euan, un escocés que reside en España desde los años ochenta, asegura que, a pesar de que los españoles se muestran como una sociedad gregaria, por lo general "son muy individualistas".

Añade que esta actitud de anteponer los intereses de uno mismo a los de los demás está enraizada en la desconfianza que los españoles tienen de la clase política.

En distinto sentido, Verena, una joven austríaca que ha estudiado durante un año en España ha explicado a Efe que los dos adjetivos que mejor describen a los españoles son "nobles y auténticos".Según ella, en un primer momento se sorprendió por lo directos que son los españoles y por lo deprisa que hablan, pero con el tiempo asegura que ha conocido a gente "muy honrada, muy leal y sincera".

A pesar de la diversidad de impresiones que los españoles han dejado en los foráneos, la mayoría asegura que se sienten cómodos en una sociedad que pasa una gran parte de su tiempo en la calle y que antepone la calidad de vida al resto de cosas.