Ulises Mérida y Rabaneda brillaron gracias al estudio de los patrones

  • Cuarta jornada de la Mercedes-Benz FashionWeek

Mientras que Ulises Mérida subió hoy a la pasarela madrileña prendas de noche y fiesta en lino sin tratar para vestir "princesas pobres", Rabaneda recuperó el humilde delantal para construir piezas urbanas y cómodas, ambos trabajos avalados por un gran estudio de los patrones.

Rabaneda puso en marcha la cuarta jornada de la Mercedes-Benz FashionWeek, en la que también participaron Ulises Mérida, Duyos y Amaya Arzuaga con vistosas y coloristas colecciones con el vestido como bandera.

A pesar de que a Ulises Mérida "no le gusta mucho el color", arrancó su desfile con un abrigo rojo conjuntado con pantalones pitillo del mismo tono, color que evolucionó hasta el morado y se rompió "con estampados geométricos en burdeos, cerezas y beige".

Esta composición de color se mostró en una sinfonía de vestidos largos de gran belleza, realzados con potentes joyas firmadas por Anton Heunis. "Son piezas sin patrones. Ha sido un ejercicio de técnica y horas sobre maniquí", puntualizó Mérida.

El color dio paso a una serie de vestidos en lino sin tratar de siluetas fluidas, adornados con cuerdas rústicas trenzadas. "Descubrí el lino y me he vuelto loco. He disfrutado mucho haciendo vestidos de princesas pobres", dijo.

En esta colección, su cuarta en solitario, Mérida se aseguró de que, con importantes cortes al bies, las texturas ligeras caminasen junto a otras más pesadas y rudas para configurar siluetas "que de forma intuitiva se ajustan y despegan del cuerpo en movimiento".

RABANEDA

Tras una edición ausente, Rabaneda volvió a esta pasarela con una colección joven, cómoda y versátil. "Me apetecía volver a desfilar aquí, lo echaba de menos", reflexionó este sevillano, que ha sacado de la cocina al humilde delantal y lo ha subido a la pasarela en versión urbana.

"Mis raíces me inspiran. Mantengo en la retina a mujeres guapísimas con delantales impolutos", recordó Rabaneda, antes de proponer para la próxima temporada primavera-verano 2015 prendas que contenían otras prendas y ofrecían "una silueta B, llegando a ser parte de una misma unidad".

Con lana merina declinada en gasa o con acabado almidonado, Rabaneda dio forma a prendas etéreas unas veces y otras más estructuras, de formas rectas, ceñidas a la cintura con otras que recordaban mandiles.

"Aunque a priori se ve todo muy desestructurado, detrás de cada pieza existe mucho patronaje", explicó este diseñador, que por primera vez ha creado sus propios tejidos.

JUAN DUYOS

Por su parte, Juan Duyos celebró sus 15 años en la moda con un desfile que no era un desfile, sino una puesta en escena en la que el Ballet Nacional de España puso la música, bajo la dirección de Antonio Najarro.

"Siete islas" era el nombre de esta colección, que sobre la pasarela se vio en tres actos. El primero, relacionado con la tierra, presentó vestidos en tonos tierra, algunos salpicados con plumas y lentejuelas que desprendían raza, fuerza y energía.

El segundo, "inspirado en un viaje que hice a las islas Canarias", según Duyos, que echó mano de la paleta cromática para rendir un homenaje a esta tierra. El verde representa La Gomera; el rojo, el volcán activo de La Palma; el marrón, la tierra de Lanzarote; y el amarillo, el sol de Tenerife.

Colores implantados en una muselina de seda que, mediante drapeados, pliegues y cortes, Duyos cosió en vaporosos vestidos. "He adaptado todos los vestidos para que las bailarinas estén cómodas y puedan bailar", explicó.

En el tercer acto, que recreó el agua y las estrellas que se ciernen sobre la tierra canaria, las bailarinas mostraron vaporosos vestidos en tonos azul y verde agua, así como un traje de ante masculino que lució Antonio Najarro al compás de las castañuelas, sonido que evocaba el runrún del mar.

AMAYA ARZUAGA

Amaya Arzuaga también está de celebración con su veinte aniversario y trajo a Madrid su línea principal, que en ediciones anteriores ha mostrado en París.

El movimiento de las olas fue su punto de partida y, concentrada en su relajante vaivén, propuso prendas urbanas envueltas en un halo deportivo, donde las cremalleras definían la silueta.

El neopreno, el "crep" de seda y la seda de papel se impusieron en pantalones anchos, faldas y vestidos con volumen de campana, teñidas en tonos blancos, azul agua y coral.