Toreo de altura y flamenco del bueno como homenaje a El Chano en Vistalegre

  • Sirvió para rendir un merecido homenaje al banderillero Vicente Yangüez "El Chano" en Vistalegre

Una tarde de toreo de altura y de flamenco del bueno, y en riguroso directo, sirvió hoy para rendir un merecido homenaje al banderillero Vicente Yangüez "El Chano" en la madrileña plaza de Vistalegre.

FICHA DEL FESTEJO.- Novillos de El Capea (rejones), Juan Pedro Domecq, Garcigrande, El Pilar, Fuente Ymbro, Zalduendo y Alcurrucén, de distintas hechuras y juego también variado. Los mejores, primero, tercero y cuarto.

El rejoneador Diego Ventura, ovación tras aviso.

Juan José Padilla, oreja.

Julián López "El Juli", oreja tras aviso.

José María Manzanares, oreja

Miguel Ángel Perera, oreja.

Alejandro Talavante, oreja.

El novillero Álvaro Lorenzo, oreja.

Actuaron como torileros de excepción el jugador de baloncesto Fernando Romay, el cantante Paco Peña, los toreros Dámaso González, Fundi, Miguel Abellán, los atletas Julio Rey y Vanesa Veiga, y el sastre de toreros Justo Algaba.

Al cante, pusieron música a cada una de las faenas María Toledo, Javi Cantero, Genara Cortés, Caco Senante, Juan Peña, el Negri, y Paco Peña.

La plaza tuvo tres cuartos largos de entrada.

EMOCIONES A FLOR DE PIEL

El mundo del toro ha vuelto a demostrar una vez más su lado más humano al homenajear a un hombre ejemplar dentro y fuera de los ruedos, El Chano, banderillero que en aquella fatídica noche abulense del 13 de julio de 2012 quedó postrado en una silla de ruedas tras una dramática cogida.

Año y medio después "las figuras" le han rendido un tributo más que merecido en la carabanchelera plaza de Vistalegre con un festival en el que el triunfo artístico fue, sin duda, lo de menos.

Lo más bonito de la tarde fue el tremendo éxito en taquilla y, sobre todo, las emociones que allí se vivieron.

La primera, y más notable, fue la gran ovación que el público madrileño brindó a El Chano cuando, en su silla de ruedas, se hizo presente en el ruedo para abrir, posiblemente, el paseíllo más emotivo de su carrera.

También el singular planteamiento del festival, con conocidos nombres del mundo del deporte y la cultura ejerciendo como torileros y la supresión de la banda de música en detrimento de cantes flamencos en directo, marcó una tarde en la que la diversión estaba asegurada.

Abrió el festival de forma magistral Diego Ventura, que hizo las delicias del respetable con un rejoneo de muchos quilates, tanto en la forma de parar al utrero de El Capea, como en los ajustadísimos galopes a dos pistas, y qué decir en banderillas, simplemente genial. El único lunar, la suerte suprema. Ahí cambió Ventura los trofeos por una ovación.

Otro momento para el recuerdo fue cuando Padilla, que sustituía a Ponce, invitó a Antonio Ferrera y al Fundi, que estaban como meros espectadores en los tendidos, a compartir lo que a la postre fue un tercio antológico de banderillas.

Luego en la faena primó el pundonor y la entrega del jerezano ante un novillo áspero y bronco de Juan Pedro Domecq, al que arrancó una oreja.

Juli puso la plaza en pie con un sabroso quite por chicuelinas. Con la muleta brilló también el madrileño con un toreo largo y poderoso. Lo mejor surgió sobre la diestra, el mejor pitón de un precioso novillo de Garcigrande. Cortó un trofeo.

El sentimiento y la elegancia la puso Manzanares, que toreó con un temple y un regusto fuera de lo común a un noble novillo de El Pilar. Toreo para paladares exquisitos por lo despacio que hizo todo, brillando sobremanera en los lentísimos cambios de manos.

El pinchazo previo a la estocada final, ambos envites en la suerte de recibir, le privó de pasear el doble trofeo. Paseó una.

Otro apéndice logró Perera de un novillo de Fuente Ymbro, al que instrumentó una faena en la que el mando, el temple y la hondura fueron principales argumentos.

Talavante se sumó también a la fiesta y eso que su antagonista, de Zalduendo, apenas aguantó tres tandas, lo suficiente para que el extremeño extrajera algún que otro natural de inmaculado trazo.

No se quedó a la zaga el novillero Álvaro Lorenzo, que demostró valor, firmeza y capacidad para resolver ante un complicado novillo de Alcurrucén que se orientó antes de cuenta.