Apicultores apuntan al cambio climático como causa de la muerte de las abejas

Apicultores apuntan al cambio climático como causa de la muerte de las abejas
Los apicultores culpan al cambio climático como causa de la muerte de las abejas

Las abejas siguen disminuyendo su población en el mundo mientras crece la polémica sobre las causas: los apicultores y agricultores del estado mexicano de Campeche culpan al cambio climático y rechazan que se deba a los cultivos transgénicos y al uso de pesticidas.

Pese a las advertencias sobre los peligros del herbicida glifosato y los insecticidas neonicotinoides, para el apicultor y agricultor de soja transgénica en la comunidad de San Luciano en Campeche, Fabián Papalotzi, el principal factor en la muerte de las abejas es el cambio climático y así lo avalan sus años de experiencia.

Jazzer Neftalí, apicultor de la comunidad de Ich Ek, en el mismo estado, respaldó a su colega manifestando que hubo un descenso en la población hace dos años debido a las sequías.

"Esos dos años estuvo muy fuerte la sequía y nos afectó, pero muchas veces la gente piensa que se trata de la soja transgénica. Pero no, es el factor climático lo que nos afectó", aseguró a Efe.

Según el apicultor, en esos dos años sus colmenas disminuyeron de 400 a 200 unidades para luego restablecerse y volver a las 400 durante este año.

Por ello sostiene que la producción de miel depende del clima y el ecosistema, pero no teme que la población de abejas vaya a acabarse o a disminuir drásticamente.

En esta línea, Papalotzi recordó a Efe que no hace mucho les "hizo temblar a los apicultores" el llamado escarabajo de la colmena, pero supieron cómo atajarlo.

Con el glifosato o los neonicotinoides, argumentó, sucede lo mismo. En su doble función de apicultor y agricultor puede tomar las medidas necesarias para que no se vean afectadas las colmenas por el uso de químicos.

"En la actualidad no hay ningún cultivo que no requiera aplicación de pesticidas o insecticidas, todos los apicultores sabemos que, por muy noble que sea el producto químico, en menor o mayor escala siempre hay un daño a las abejas", reconoció.

Por ello, opta por tapar las colonias para que las abejas no salgan a pecorear en el momento en el que se está aplicando algún producto.

Papalotzi defiende que el cultivo transgénico -que, recordó, ha sacado de la pobreza a su región- y la apicultura tienen que aprender a convivir pues ambos son necesarios.

El director general del Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Alimentaria, Acuícola y Pesquera (Senasica), Hugo Fragoso, también dijo a Efe que, aunque el uso de plaguicidas provoca rechazo, dada la superpoblación mundial es necesario buscar un equilibrio entre la agricultura orgánica y los transgénicos.

Fragoso se remitió a un estudio encargado por el Senasica y la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación a investigadores de la Universidad Nacional Autónoma de México.

El estudio, elaborado en dos fases, en 2015 y en 2017, encontró "concentraciones muy bajas" de plaguicidas en la cera de las colmenas y "en ningún caso se halló glifosato".

En lo relativo a los neonicotinoides, tan solo en una colmena se encontraron restos, destacó Fragoso.

Uno de los coordinadores del estudio, Ricardo Angiano, matizó a Efe que, si bien los herbicidas como el glifosato no afectan directamente a las abejas, sí afectan a su entorno.

"Provocan la pérdida de floraciones nativas. Los herbicidas van a utilizarse para eliminar todo lo que no sea el cultivo que se quiere hacer crecer y, ¿qué es lo que pasa ahí?, que las abejas se nutren de las flores de los cultivos que crecen alrededor. Entonces, al dejar limpios los campos, las abejas ya no tienen qué comer", explicó.

Sobre los neonicotinoides, el experto concluyó que, aunque estos insecticidas se encuentren en dosis subletales, sí afectan a la producción de las abejas y a su orientación.