El acusado de atar, drogar y pegar a su expareja niega los hechos

  • En el juicio también ha declarado la mujer y dice que denunció al padre de sus hijos por recomendación de la Policía
  • Como consecuencia de la agresión, la víctima, que fue liberada por su hijo de 8 años, sufrió múltiples lesiones y estuvo hospitalizada

Un acusado de atar a la cama a su expareja y pegarla durante toda la noche con un palo ha asegurado hoy que ni inmovilizó ni le puso "la mano encima" a su exmujer, sino que aquel día, el 21 de agosto de 2016, acudió a la casa de ella en Madrid y se la encontró en estado de nerviosismo y golpeándose a sí misma.

La Audiencia Provincial de Madrid ha celebrado el juicio -que ha quedado visto para sentencia- contra José C.S, para quien la Fiscalía solicita diez años de cárcel como presunto autor de un delito de detención ilegal y otro de lesiones.

Según la versión de la fiscal, el hombre acudió a la casa de su expareja para ver al hijo menor de ambos, pero una vez allí la insultó y amenazó, la introdujo "en contra de su voluntad" en el dormitorio principal para inmovilizarla y golpearla con un palo de madera con punta metálica.

La agresión se extendió durante toda la noche hasta las 9 de la mañana, propinándole "numerosos y violentos golpes por todo el cuerpo", a la vez que le obligó también a ingerir benzodiacepinas, cocaína y opiáceos.

Durante su declaración, el acusado ha manifestado que el día de los hechos fue a la casa de la mujer a ver a los tres hijos que tienen en común y que ella, que "tomaba pastillas de esas que te alteran y cometes locuras", se encontraba "muy nerviosa y dándose golpes".

El acusado, según ha explicado, pidió a su hija mayor que llamara a la Policía y al Samur y, ante el temor de que pudieran relacionarlo con esa agresión, el hombre -que cuenta con antecedentes penales por violencia doméstica- decidió marcharse de la casa.

LA MUJER CAMBIA LA DECLARACIÓN

En el juicio también ha declarado la mujer, quien ha asegurado que, a pesar de que estaba "drogada" y no era consciente de lo que había sucedido, denunció al padre de sus hijos por recomendación de la Policía, aunque ha sostenido que su hija le contó que un antiguo amigo suyo, conocido como "Peter", era quien le había agredido.

Una versión que, según la fiscal, contrasta con otras dos declaraciones anteriores, en las que dio detalles de lo que había ocurrido e insistió en señalar al acusado. La hija mayor de la pareja, que también ha comparecido como testigo, ha asegurado que fue "Peter" quien agredió a su madre, pero que ante las amenazas de éste para que no le delatara, manifestó ante la Policía que su padre había agredido a la mujer.

No obstante, uno de los policías que atendió a la mujer ha dicho que uno de los niños de la pareja le relató cómo su padre entró con la mujer en la habitación, "la vejó, la insultó y le cortó el pelo", para acto seguido atarla a la cama.

Asimismo, los facultativos que entrevistaron a la mujer han coincidido en que "conscientemente" ofrecía un "relato contradictorio" de lo sucedido debido a posibles represalias de la familia del acusado y que mostraba "miedo y vulnerabilidad" al no contar con apoyos fuera del entorno de su expareja.

En su informe final, la fiscal, que ha elevado a definitivas sus conclusiones, ha destacado las contradicciones de la mujer y de sus hijos, algo que ha achacado a un deseo de "salvar al autor de los hechos".

La Fiscalía Provincial de Madrid solicita 10 años de prisión para José C. S., que cuenta con antecedentes penales con una condena previa por un delito de maltrato en el ámbito familiar, por los delitos de detención ilegal y lesiones.

El escrito de acusación sostiene que el 24 de agosto de 2016 el acusado acudió a las 23 horas al domicilio donde residía su expareja, de nacionalidad española, con la excusa de ver a su hijo. Una vez en el interior de la vivienda comenzó a insultar a la mujer y bloqueó la puerta de salida. Le llamó "puta" y le dijo que "iba a ganar dinero zorreando" para él. "Vas a comer la boca y la lengua de todo el mundo", le soltó.

A continuación la introdujo "contra su voluntad" en el dormitorio principal y la ató a la cama. Fue entonces cuando el acusado cogió un palo de madera con punta metálica y comenzó a propinarles durante varias horas "numerosos" y "violentos" golpes por todo el cuerpo, "llegándole a obligar a ingerir benzodiacepinas, cocaína y opiáceos".

Sobre las 9 horas del día siguiente pidió a su hija mayor, que era menor de edad, que comprara un candado con el que, haciendo uso de una cadena que entrelazó entre la pata de cama y el cuello de la víctima, lo cerró y la dejó en el cuatro "impidiendo toda posibilidad de huida". El acusado se marchó poco después del domicilio y unos 45 minutos después fue liberada por su hijo de ocho años.

Como consecuencia de la agresión, la víctima sufrió múltiples lesiones, entre ellas un traumatismo cefálico, facial, en las extremidades, dorso-lumbar y glúteos, además de una intoxicación involuntaria de benzodiacepinas, cocaína y opiáceos, además de equimosis por varias partes de su cuerpo. Estuvo hospitalizada y tardó en curarse diez días.

El Juzgado de Violencia de Género sobre la Mujer número 6 de Madrid acordó en un auto el pasado 3 de diciembre de 2016 la prohibición de que el acusado se aproximase a menos de 500 metros de su expareja así como de sus tres hijos menores, de su domicilio, lugar de trabajo o cualquer lugar que frecuentara.