Seis meses de cárcel para un controlador militar que abandonó su torre en 2007

El Tribunal Supremo ha confirmado la condena a seis meses de prisión impuesta a un controlador aéreo militar por un delito de desobediencia después de que abandonara su puesto al finalizar la jornada pese a que un superior le había ordenado que continuara para atender el aterrizaje de un helicóptero averiado.

La Sala de lo Militar del alto tribunal confirma así la sentencia del Tribunal Militar Territorial Segundo, que consideró probado que el 6 de agosto de 2007 el citado controlador, un brigada, comunicó que finalizaba su servicio y cerraba la torre de control a su superior, que le ordenó que continuara en su puesto hasta la llegada de un helicóptero de Melilla, que había retrasado su vuelta por una avería.

El acusado contestó a su superior que en el caso de haber un solo controlador, como era el caso, el servicio sólo se prestaba durante las horas de actividad, independientemente de que un helicóptero estuviera en vuelo o no.

Después de reiterarle que continuara, el superior se dirigió a la torre de control y comprobó que el brigada se había ausentado, por lo que por el teléfono móvil le repitió las órdenes, sin que éste las atendiera.

Según el Tribunal Militar, el día de los hechos el acusado llevaba unos 10 días seguidos prestando servicio de controlador de vuelo debido a los turnos de permiso de verano de sus compañeros de la unidad.

El Supremo rechaza en su sentencia los argumentos del recurso del controlador al entender que el tribunal militar tuvo suficientes pruebas para imponer la condena y recuerda que el brigada reconoció que se había negado a cumplir "la orden directa de su superior para atender un vuelo, cuya llegada estaba prevista para las 15:30, habiéndose retrasado por avería, abandonando el controlador su servicio a las 14:20".

El delito de desobediencia, explica el Supremo, se cometió al desatender las instrucciones "directas, precisas y absolutamente contundentes" del oficial de vuelos ordenándole que permaneciera en su puesto.

Frente a esta orden, el controlador "decidió, por vía de hecho, imponer su particular criterio" sobre el de su superior, que no solo era superior en grado sino que además tenía la responsabilidad funcional de dirigir el servicio, y abandonó su puesto "con absoluto desprecio a las órdenes recibidas".