La muerte del piloto del Eurofighter empaña la recepción del Palacio Real

  • El presidente del Gobierno y la ministra de Defensa abandonaron el acto para viajar a Albacete

La muerte del piloto del caza Eurofighter que se estrelló cuando volvía a su base de Albacete tras participar en el desfile ha ensombrecido la conmemoración del Día de la Fiesta Nacional, cuyo acto central, presidido por los Reyes, ha supuesto un reconocimiento popular a la Guardia Civil y Policía Nacional.

El trágico accidente se conoció nada más terminar el desfile, por lo que no ha impedido que el acto central del Día de la Fiesta Nacional transcurriera con normalidad y con miles de personas volcadas, con banderas de España, en vitorear a los Reyes, los militares y especialmente a la Guardia Civil y la Policía Nacional, que este año marchaba por primera vez.

El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, ha mostrado sus condolencias por la muerte del capitán Borja Aybar, que estaba a los mandos uno de los cazas que han participado hoy en el desfile de la Fiesta Nacional y que se ha estrellado en Albacete de regreso a la base. "Me traslado a Albacete con la ministra de Defensa (María Dolores de Cospedal) tras el accidente. Mis condolencias a la familia y compañeros del piloto fallecido", escribió el jefe del Gobierno en su cuenta de Twitter.

El mandatario ha abandonado el Palacio Real, donde se celebra la recepción con los monarcas, para dirigirse a la base aérea de Los Llanos, en Albacete, después de haber saludado a los Reyes y haberles informado del accidente.

LA RECEPCIÓN CUMPLE 30 AÑOS

La recepción en el Palacio Real que cada 12 de octubre ofrecen los Reyes después del desfile para festejar la Fiesta Nacional cumple este año su 30 aniversario, en los que ha mantenido su vocación de ser punto de encuentro con autoridades del Estado, representantes políticos y otros cargos públicos.

La celebración oficial del 12 de octubre se instauró por ley en 1987, cuando se estableció la jornada como la Fiesta Nacional de España, si bien ya a finales de 1981, a través de un real decreto, se dio tal consideración junto al del Día de la Hispanidad. Para dar realce a la festividad, se acordaron dos actos institucionales: un desfile militar y una posterior recepción en el Palacio Real, en la que los Reyes recibirían a las principales autoridades, cargos públicos y autonómicos y embajadores.

La primera edición de la Fiesta Nacional dejó como fotografía el hecho de que Felipe de Borbón, entonces heredero a la Corona, fue uno de los soldados que marchó por el Paseo del Prado como abanderado de la Academia General de San Javier. Ya por la noche, tuvo lugar la primera recepción en el Palacio Real, con don Juan Carlos y doña Sofía, el Príncipe de Asturias y las infantas Elena y Cristina, después de un almuerzo de los Reyes con embajadores iberoamericanos.

Varios centenares de invitados acudieron al Palacio Real, con el jefe del Gobierno, Felipe González a la cabeza, y un amplio abanico de representantes institucionales.

Entre ellos, el presidente de la Generalitat, Jordi Pujol, y el lehendakari, José Antonio Ardanza, que en años siguientes, como algunos de sus sucesores, dejarían de acudir a la cita al no compartir el espíritu de la festividad.

La única ocasión en 30 años en los que no hubo recepción en el Palacio Real fue en 1992, puesto que la Fiesta Nacional, incluido el desfile, se trasladó a Sevilla al coincidir con la clausura de la Expo de Sevilla.

La primera vez que el Príncipe de Asturias presidió la Fiesta Nacional fue en 2013, debido a que don Juan Carlos, todavía Rey, estaba convaleciente de una operación de cadera.

Fue un estreno que ya no se vio interrumpido al año siguiente, ya como Felipe VI, tras la abdicación de su padre tres meses antes. Con el nuevo reinado, se amplió el espectro de invitados y la recepción se abrió a diversos colectivos sociales, entre ellos, el de los gais y lesbianas.