Madrid cambia las bolsas de excrementos para que no se usen para alimentos

  • La capital cuenta desde 2009 con 6.500 papeleras con expendedor

Quienes tienen perro y viven en Madrid han convivido con la molestia de que los expendedores de bolsas para excrementos estén vacíos; ahora el Ayuntamiento cambia su color y diseño tras llegar a la conclusión de que los vecinos en lugar de excrementos guardaban alimentos.

En la ciudad de Madrid viven más de 270.000 perros y sus dueños tienen a su disposición bolsas expedidas por el Ayuntamiento para retirar los excrementos de las vías públicas y zonas verdes de la capital, sin embargo el consumo de bolsas supera ampliamente las necesidades de los canes madrileños.

Según explica a Efe el subdirector de Limpieza y Residuos del Consistorio, Ricardo García Álvarez, Madrid cuenta desde 2009 con 6.500 papeleras con expendedor, que deberían suministrar en torno a 55 millones de bolsas para excrementos al año; los madrileños usan 85 millones.

El consumo ha aumentado en los últimos años de forma "excesiva" para la población de perros de la capital y ante las quejas de los usuarios el Ayuntamiento ha detectado que algunos expendedores se vaciaban en media hora porque la gente cogía las bolsas "masivamente", presumiblemente para usos alimentarios.

En el contrato de limpieza se indica, según explica el subdirector de Residuos, que los expendedores no pueden estar vacíos más de 24 horas.

Por eso, el Consistorio ha decidido sustituir el color verde de las bolsas por el negro, "menos atractivo", y añadir en el diseño que son un "artículo no apto para uso alimentario", aunque el Ayuntamiento indica que la composición de las bolsas no entraña peligro para esta función.

El equipo de Manuela Carmena comenzó a repartir las nuevas bolsas la primera quincena de junio y calcula que a mediados de octubre, cuando se haya agotado el stock de las anteriores, todos los expendedores suministrarán el nuevo diseño.

No es la primera vez que un Consistorio de la capital trata de frenar el uso inadecuado de las bolsas, se buscó el mismo efecto doblándolas para que los usuarios tuviesen que sacarlas de una en una, pero no funcionó.

Ahora, el Ayuntamiento hace un nuevo intento para reducir la probabilidad de que los dueños de perros encuentren los expendedores vacíos; está por ver si esta vez el color negro disuade a los madrileños o si los vecinos envolverán sus bocadillos y congelados con el nuevo diseño del Ayuntamiento.