El Gobierno de Carmena quiere limitar las terrazas en la Plaza Mayor

  • Pretende limitar el aforo en conciertos como los previstos en San Isidro
  • La Policía podría retirar parte de las terrazas y los hosteleros temen grandes pérdidas

El Ayuntamiento de Madrid quiere limitar y controlar las terrazas y el aforo de la Plaza Mayor durante conciertos y eventos, y especialmente los organizados en este foro durante las fiestas de San Isidro

Según el Ayuntamiento, aún no hay nada decidido pero los hosteleros temen grandes pérdidas y están muy preocupados porque se está estudiando que no puedan desplegar todos sus veladores durante los conciertos de las fiestas de San Isidro por razones de seguridad.

Pretende que no se rebase la cifra de 10.000 personas durante dichos conciertos. Y si esa cifra se alcanza, la Policía municipal podría ordenar retirar parte de las terrazas. Para ello el Consistorio quiere poner controladores en cada uno de los accesos a la Plaza Mayor, pero estos vigilantes no serán de la Policía Municipal.

LOS HOSTELEROS CRITICAN QUE SE AUTORICEN ESTE TIPO DE CONCIERTOS

Los hosteleros no entienden que se hayan autorizado en la Plaza Mayor conciertos que pueden derivar en macro-botellones con gran facilidad por la afluencia de público joven que se prevé asista al evento.

El Consistorio, a través de la Junta del Distrito de Centro, ha remitido una circular a los comerciantes de la zona en la que les conmina a que "convivan" los eventos que se van a celebrar allí con la actividad hostelera, pero siempre estando a las órdenes de las instrucciones que les dé la Policía Municipal. Un hecho muy parecido a lo que ocurrió en las pasadas fiestas del Dos de Mayo, en el barrio de Malasaña.

Otra de las medidas que pretende el Gobierno local de Manuela Carmena es eliminar al menos una parte de las emblemáticas terrazas de la plaza. La idea inicial es que se retiren las primeras filas de aquellas más cercanas al escenario donde se llevarán a cabo las actuaciones musicales. Es decir, en algunos casos, a partir de las ocho de la tarde.

Se trata de una medida polémica que, además, deja abierta la puerta a que los municipales ordenen que se quiten más veladores si la afluencia de público es alta o se considera que pueda haber un problema de orden público.