Ainhoa Arteta, underground y rockera, arenga a la lucha en "Don't give up"

Ainhoa Arteta se ha puesto "underground", con un cambio de "look" total, para lanzar un grito de guerra desde su segundo álbum pop, "Don't give up", y "decir a todos" que, cuando parece que todo va mal, "hay que luchar, no resignarse", exhorta la soprano vasca, que tiene contratos para cantar ópera hasta 2016.

Arteta (Tolosa, 1964) explica en una entrevista con Efe que su nuevo trabajo, que editan Universal y Vale Music, requería una armadura de chinchetas, "tirando a rockera", porque es "muy anglosajón" y lleno de fuerza, aunque los arreglos y las melodías están más próximos al "latin jazz".

De hecho, los temas que ha elegido el productor, Javier Limón, en cuyo criterio ha confiado Arteta plenamente tras el éxito del anterior, "La vida", van de Nirvana a Gun's and Roses pasando por Joaquín Sabina o Los Secretos, aunque también los hay de Louis Armstrong, Georges Gerswhin y Charles Aznavour.

"Me encantan, son las canciones que me han acompañado en mi vida y me las creo todas", subraya Arteta, que detalla que de los 12 temas "sólo" se pone "algo" impostada en "She" y "Sad eyes" y decididamente lírica en "Summertime", mientras que en el resto su voz es "susurrante", muy "groovy".

Pero la canción que condensa todo lo que quiere expresar con el disco es "Don't give up", de Peter Gabriel, porque, detalla, en ella está "la mezcla de voz completamente susurrada y la lírica", jugando con la versatilidad de las diferentes maneras de cantar.

"Don't give up" significa "no te dejes, no te rindas", porque, como dicen los versos de Gabriel, "hay muchas razones por las que un ser humano, cuando parece que todo va mal, tiene que levantarse y salir a la calle a luchar. Sí a la guerra de la vida, con la ayuda de todos", clama.

Confiesa que ella "nunca jamás" pensó que haría un disco pop, pero que, tras "La vida", que vendió más de 100.000 copias sólo en España, le entró "el veneno" y cuando Limón le propuso éste, con los mismos "maravillosos músicos de jazz" que en el primero, no lo dudó.

Acaba de interpretar en San Francisco, con su "adorado" Plácido Domingo, "Cyrano de Bergerac", está ensayando el papel de Mimí para cantar "La Bohème" en La Maestranza de Sevilla, cantará en marzo en Bilbao la Tatiana de "Eugene Oneguin" y en julio la Micaela de "Carmen" en el Liceo.

Vamos, en "todas partes" excepto en el Teatro Real, en el que sigue sin estar invitada a pesar de que ella lo desea "con toda el alma".

"¿Que por qué? Eso habría que preguntárselo a los que están, a los que llevan ahí desde siempre, porque desde que lo abrieron sólo lo he pisado una vez, en un concierto benéfico. Es verdad que me han ofrecido cosas, pero eran roles que yo no podía cantar, aunque debe haber alguno en el que encaje ¿no?", se pregunta.

Dice que su voz se está "metiendo" en el repertorio amplio, sin llegar al "spinto" -con mayor cuerpo y un timbre más oscuro- pero cree que dentro de cinco o seis años sí lo será, por eso, y tras haber hecho su primera Desdémona, tiene previsto para 2014 hacer la Elisabetta de "Don Carlo" y en 2016 el tríptico de Puccini.

Aunque no quiere cantar más de cuatro o cinco óperas al año para poder estar "cerquita" de sus dos hijos -el más pequeño, Leo, nacido en enero- y de su pareja, capaces de hacer "que la sombra del glamour tenga mucha más luz que el propio glamour", no cesa de ofrecer recitales, con los que editará un nuevo disco en enero.

Está entrando en un momento artístico "pleno" porque, descubre, "hacer una voz lleva mucho tiempo y sólo empiezas a destacar a partir de los 40 años"