El 'clan de los Gordos' dice que las joyas y el dinero incautado provenían de la lotería

  • 21 personas se sientan en el banquillo acusadas de pertenecer a este clan dedicado al narcotráfico
  • Uno de los procesados tacha de "fábula" la denominación del clan y dice que se creó para captar clientes

El supuesto cabecilla del 'clan de los Gordos', Juan José H.R., ha negado en el juicio que sus familiares integren una banda dedicada a la venta de drogas y ha justificado los 35.000 euros que se hallaron en su casa, así como las joyas incautadas valoradas en 12.000 euros en que le tocó la lotería en 2003.

Un total de 21 personas se sientan desde este luines en el banquillo de la Audiencia de Madrid acusadas de pertenecer a este clan dedicado al narcotráfico, según la Policía. Se enfrentan a penas de entre ocho y 22 años de cárcel por delitos contra la salud pública, tenencia ilícita de armas y pertenencia a banda criminal.

En su declaración, el presunto patriarca ha señalado que no pertenece al 'clan de los Gordos' ni a ninguna banda criminal y ha indicado que no sabía nada de la escopeta que se halló en su casa. Y ha negado haber acudido alguna vez a la Cañada Real a vender supuestamente droga, tal y como sostiene el fiscal.

También ha apuntado que en 2003 le tocó la lotería, cuyo dinero utilizó para comprar joyas valoradas en 12.000 euros y ha destacado que aportó los décimos a la Policía. Asimismo, se ha reconocido alcohólico y ha contado que viajó en abril de 2012 a Cuba para acudir a un santero para que le curara su enfermedad.

Por su parte, Adela M.G ha negado haber acudido en alguna ocasión a la Cañada Real y ha señalado que su marido no sabia nada ni de la escopeta que se halló en su casa ni de la pistola semiautomática. "Yo cogí esas armas porque hubo una reyerta", ha dicho. A preguntas sobre si pertenece al 'clan de los Gordos', ha replicado que ellos son "los gordos y ya está".

"Eso se lo ha sacado la Policía. Yo que sé. Todo se lió en un cumpleaños", ha indicado la acusada y ha añadido que su marido se dedicaba a la compra-venta de vehículos y chatarra, respaldando lo dicho por su esposo acerca de que en 2003 les tocó la lotería.

Otro de los procesados, Emilio F.B., ha señalado que conoce a algunos de los acusados de la cárcel y de comprar droga en el poblado. A preguntas sobre qué sabe del clan, ha contestado que es "una fábula" para captar clientes en el poblado. "Se trata de vender droga. Eso es todo", ha dicho.

Además, se ha retractado de lo señalado en su día ante la Policía cuando apuntó que se dedicaba a hacer recados a los Gordos. "Estaba bajo los efectos del síndrome de abstinencia. Me dieron unas pastillas. No soy conscientes de haber hecho esa declaración. El juez tenía un estilo de los tiempos de Franco y me decía lo que había dicho", ha apuntado.

OPERACION CONTRA 'LOS GORDOS'

Según el fiscal, los procesados fueron detenidos en el marco de una operación iniciada en octubre de 2011 por parte del Grupo XIV de la UDYCO de la Brigada Provincial de la Policía Judicial de Madrid, competente para la investigación de personas y organizaciones dedicadas a la introducción y distribución de sustancias estupefacientes.

Este operativo policial efectuó seguimientos y vigilancias a uno de los procesados, conocido por el sobrenombre de 'Piecitos', quien contactaba diariamente con otro de los procesados en el poblado de Valdemingómez.

Ambos se encargaban desde hacía tiempo de supervisar y controlar el ilegal tráfico de sustancias estupefacientes que se realizaba de forma diaria, en la modalidad del menudeo, en varios emplazamientos o parcelas propiedad del llamado clan de 'Los Gordos', al frente del cual estaban los otros dos procesados en la causa, que son matrimonio.

Uno de los procesados desempeñaba funciones de vigilancia y seguridad desde el exterior de las parcelas a bordo de un vehículo Rover, mientras que el otro lo hacía desde el interior de las parcelas, como hombre de máxima confianza del matrimonio.

El citado matrimonio, ambos dos de 42 años de edad, y patriarcas y líderes de la organización, acudía diariamente para supervisar personalmente el funcionamiento del operativo y, en ocasiones, para aprovisionar de sustancias estupefacientes. El matrimonio, en unidad de acción, controlaba íntegramente la organización, la gestión y el reparto del dinero entre los miembros del grupo, familiares directos o terceros.