En la carrera presidencial republicana, los candidatos prometen hasta la Luna

  • Gingrich prometió, ante cientos de personas, que de llegar a la Casa Blanca, para su segundo mandato, EE UU tendría una base permanente en el satélite
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En época de elecciones, los políticos hacen todo tipo de anuncios, algunos un tanto extraterrestres, pero en este año de comicios en EE. UU. los aspirantes republicanos han llegado a prometer, literalmente, la Luna.

El aspirante Newt Gingrich fue el primero en ampliar sus miras electorales fuera de la Tierra cuando en un acto de campaña en Florida prometió, ante cientos de personas, que de llegar a la Casa Blanca, para su segundo mandato, Estados Unidos tendría una base permanente en el satélite.

La propuesta fue muy bien acogida en la conocida como "Costa de las Estrellas", próxima al Centro espacial Kennedy de la NASA y donde cientos de empleados de compañías de ingeniería y otros servicios han perdido sus empleos tras la retirada el pasado año de los transbordadores.

No obstante, en un momento en el que país tiene un déficit presupuestario de 1,3 billones de dólares (9,5 por ciento del PIB), aumentar el gasto público en nuevos programas mirando al espacio no parece una buena idea a ojos de otros candidatos, que buscan propuestas más terrenales.

"Por supuesto que la 'Costa del Espacio' se ha visto gravemente afectada y creo en un programa espacial fuerte" dijo el exgobernador de Massachusetts Mitt Romney, en un debate previo a las primarias del martes en Florida.

Romney, considerado el candidato a batir, seguido de Gingrich, opinó que tener una colonia en la Luna "sería un enorme gasto". "Y ahora mismo quiero que el dinero se gaste aquí", agregó.

Por su parte, Rick Santorum, en un encuentro con alumnos de la Universidad Estatal de Florida, consideró que "alguien salga a hablar de nuevos grandes proyectos que impliquen gastar más dinero cuando la situación fiscal es desordenada, no es más que simple política burda".

El libertario Ron Paul, preguntado por el tema, no se mostró a favor de ir a la Luna, aunque ironizó: "tal vez, deberíamos enviar a algunos políticos allá arriba".

Si bien hacía tiempo que el espacio no se convertía en objeto de debate público, los estadounidenses están acostumbrados a que sus políticos incluyan la exploración el cosmos en su agenda.

El presidente John F. Kennedy anunció en 1961 en un recordado discurso que antes de finales de esa década Estados Unidos lograría llevar al hombre a la Luna.

George W. Bush ya soñó con una base lunar cuando anunció en 2004 el programa Constellation, con la idea de iniciar que el hombre volviera a la Luna en diez años y fundar allí una base para una misión tripulada a Marte hacia 2030.

Bush indicó que ése sería "el próximo paso" después de que en 2010 se terminara el ensamblaje de la Estación Espacial Internacional (EEI) y se desarrollara un Vehículo de Exploración Triuplado (CEV), cuyo primer ensayo debía haber sido en 2008 para sustituir a la flota de transbordadores, "jubilada" el pasado año.

Pero ninguno de esos proyectos se cumplió y el Constellation fue uno de primeros programas que suspendió en 2010 el presidente Barack Obama, que decidió ceder el testigo a la empresa privada para desarrollar las próximas naves que transporten astronautas a la Estación Espacial Internacional (EEI) y más allá de la órbita terrestre.

Es un aspecto con el que coincide Gingrich, que justificó su programa lunar asegurando que el 90 por ciento sería financiado por el sector privado, lo que desató nuevas críticas de Romney. "Si alguno de mis ejecutivos me propusiera gastar varios millones de dólares en colonizar la Luna, le diría: estás despedido", dijo.

"El que las empresas estadounidenses quieran llegar a la Luna y construir una colonia allí puede ser una idea grandilocuente, pero no es una buena idea", enfatizó Romney.

Gingrich ha asegurado que después de que EE. UU. fuese el primer país en poner un hombre en la Luna, no se puede "permitir que los chinos dominen el espacio".

Estas palabras evocan los tiempos de la Guerra Fría, en la que el espacio se convirtió en otro frente de las tensiones entre Estados Unidos y Rusia.

En esta ocasión, un EE. UU. alicaído económicamente se las vería con otro rival económicamente tan fuerte que, tal vez, tendría que ser el que le prestara el dinero para semejante proyecto.