Ninguno de los españoles procedentes de Japón presenta síntomas de contaminación radiactiva

La directora general de Salud Pública y Sanidad Exterior, Carmen Amela, ha confirmado que no se han encontrado síntomas de contaminación por radiactividad en ninguno de los españoles que este lunes han llegado de Japón en el avión fletado por el Gobierno.

"No hay ningún riesgo", ha asegurado Amela desde la base aérea de Torrejón de Ardoz (Madrid), al tiempo que ha añadido que además de los exámenes sanitarios que se han efectuado a los viajeros, también se han llevado a cabo pruebas de radiactividad en ropa, equipajes y el avión en el que han viajado, en los que tampoco se ha encontrado ninguna señal de radiactividad.

Aunque 34 de los pasajeros no han querido someterse a las pruebas, ya que eran de carácter voluntario, los cuestionarios realizados durante el vuelo a todos los pasajeros han confirmado que no existen "ni síntomas ni proximidad geográfica" a la central de Fukushima. "Ninguno de los viajeros vivía a menos de cien kilómetros", ha señalado Amela.

La mayor parte de los españoles repatriados manifestaron que habían optado por abandonar Japón ante la presión de sus familiares y recalcaron que los japoneses viven tranquilos, "aunque con precaución".

Así lo decía Beatriz Espinosa de los Monteros, madrileña residente en Japón desde hace 13 años, que ha viajado con sus dos hijos y sin su marido japonés desde su residencia a unos 20 kilómetros de Tokio y a 220 de la central.

Manifestó que había decidido subir al avión del Gobierno español por el miedo ante "las constantes réplicas de terremotos" y porque la escuela donde impartía clases está cerrada, por lo que optó por "esperar a que todo se estabilice" en Madrid, con sus dos hijos, que "han pasado miedo, pero no son muy conscientes de la situación".

También ha viajado sin su marido nipón y con sus dos hijos la asturiana Beatriz Alonso, que reconoció que le había costado mucho tomar la decisión" y que lo había hecho para que su familia se calme.

Alonso recordó que, tras el terremoto, que vivió sola en su casa pues los niños estaban en el colegio, pasó varios días sin salir y relató que "al principio hubo escasez de comida y otras muchas cosas, pero la situación se ha ido normalizando y ahora sólo falta gasolina".

Estas dos mujeres expresaron su deseo de regresar a Japón, aunque dijeron que no saben cuando podrán hacerlo.

Un caso distinto es el del madrileño Paco Valdés que deberá regresar el 29 de marzo, coincidiendo con la reapertura de la fábrica en la que trabaja.

El cierre de su empresa fue el principal motivo que empujó a Valdés a coger el avión del Gobierno español con su hijo, con la certeza de regresar a la isla nipona, donde "tengo mi casa y mi vida".

Todos coincidieron en destacar que los japoneses "están muy normales" tras el terremoto aunque "atentos a los que dice la televisión, que emite mensajes de tranquilidad, por lo que no se viven escenas de pánico".

Así, al menos, lo ha sentido el almeriense Manuel García, que viajó hace 5 meses a Japón para tomar clase con un maestro de vidrio soplado "sabiendo que era una isla sísmica, pero sin esperar esto".

La totalidad de los españoles repatriados han coincidido en destacar el "gran trabajo" realizado por la Embajada de España en Japón.