Los nuevos líderes chinos cierran la transición con la promesa de un Gobierno más eficiente

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Los nuevos líderes chinos dieron por cerrado hoy el proceso de transición en el régimen con la promesa de un Gobierno más eficiente y reducido, que tendrá como prioridades elevar el nivel de vida de los ciudadanos y mantener el crecimiento económico.

En la ceremonia de clausura de la Asamblea Nacional Popular (ANP, Legislativo chino), que nombró esta semana presidente del país a Xi Jinping y a Li Keqiang como primer ministro, el nuevo jefe de Estado se comprometió a "combatir la corrupción" como uno de los medios para alcanzar lo que ha definido como "el sueño chino".

"Debemos rechazar de forma resolutiva el hedonismo y la extravagancia, y luchar contra la corrupción y otras conductas de este tipo", dijo Xi ante los casi 3.000 diputados que en las últimas dos semanas se reunieron en el Gran Palacio del Pueblo de Pekín.

En una rueda de prensa posterior, la primera de su Gobierno, el nuevo primer ministro chino, Li Keqiang, abundó en esa línea, para prometer un Ejecutivo más eficiente, más ahorrativo, con menos funcionarios y que tendrá como prioridad fomentar la equidad social.

Según explicó, en lo que va de año el incremento de los ingresos fiscales del Gobierno chino ha sido de sólo un 1,6 por ciento y en el futuro continuarán en esa línea.

Dado que "la inversión en los ciudadanos es obligatoria", para adaptarse a este crecimiento menor de los ingresos el Gobierno deberá reducir sus gastos operativos. Así, agregó, se reducirá el número de funcionarios y también se recortará en viajes oficiales y gastos de representación.

"El Gobierno central abrirá el camino y las autoridades locales deberán imitarlo", subrayó Li.

Los nuevos líderes han llegado al poder en un momento en China de incertidumbre sobre el rumbo de la economía -que sólo ahora comienza a recuperarse tras la ralentización del último año-, de crecientes problemas medioambientales y un drástico aumento de la desigualdad social.

Pero también en medio de una disposición cada vez mayor de la población a expresar su descontento por problemas como la rampante corrupción, bien en protestas callejeras cada vez más numerosas o a través de las redes sociales.

Consciente de ello, Li prometió en su rueda de prensa que el nuevo Gobierno se fijará como principales prioridades la modernización y "mantener un crecimiento económico sostenible", un objetivo que cuantificó en un 7,5 por ciento anual hasta 2020. "No cabe otro camino que las reformas", subrayó.

Asimismo, buscará mejorar las condiciones de vida de la población y aumentar los ingresos de la población rural y urbana, especialmente los más bajos.

"Hay que garantizar que todo el mundo tiene acceso a la riqueza", dijo, y especificó que trabajará para cubrir las necesidad básicas de la ciudadanía, tales como la educación y las prestaciones médicas.

El crecimiento económico, no obstante, no se producirá a costa del medio ambiente -como ha venido ocurriendo en los años de fuerte desarrollo-, según insistió.

"No debemos -continuó- perseguir el crecimiento económico a expensas del medio ambiente".

El Gobierno realizará "vigorosos esfuerzos para combatir la polución", aseguró el primer ministro.

"Sé que todo el mundo está muy preocupado por ello. Estableceremos objetivos y fechas", aseguró, y garantizó que las "medidas se harán públicas para que la población y los medios de comunicación puedan supervisarlas".

Acerca de la rápida urbanización que vive el país, Li alertó de que se debe acometer de forma "prudente", aunque reconoció que se trata de "una tendencia inevitable".

"La urbanización es un proyecto grande y complejo que acarrea profundos cambios sociales y económicos. Necesita ser apoyada por reformas integradas en varias áreas", dijo Li a los periodistas.

En cuanto a política exterior, aseveró que, "incluso aunque China se haga más fuerte, no tratará de imponerse sobre otros", aunque sí puso de relieve la "inamovible determinación china en salvaguardar nuestro territorio", en relación con la disputa cada vez más agria que mantiene con Japón en torno a la soberanía de las islas Diaoyu/Senkaku.

Y acerca de las acusaciones estadounidenses de que China se encuentra tras ciberataques a sus instituciones y empresas, Li repuso que su país "no apoya los ataques informáticos", y calificó de "infundadas" esas denuncias.