La ONU reprende a Suiza por su viraje político de marcado "tono xenófobo"

  • Los suizos aprobaron limitar la entrada al país de trabajadores extranjeros
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La ONU reprendió a Suiza por su viraje político hacia la discriminación racista, en vista de las iniciativas populares de marcado "tono xenófobo" que han salido adelante en el país recientemente, la última de ellas, "Contra la inmigración masiva", hace apenas dos semanas.

Por un ajustado margen del 50,3%, los suizos dieron el visto bueno a esa propuesta de un partido de la derecha nacionalista que limita la entrada al país de trabajadores extranjeros, incluidos los comunitarios, mediante el establecimiento de cuotas.

"Es una ley que puede crear ideas xenófobas. Respetamos la práctica de la democracia directa en Suiza, pero nos preocupa que pueda desembocar en medidas racistas", señaló a Efe el presidente del Comité de la ONU para la eliminación de la discriminación racial, José Francisco Cali, que presentó su informe de conclusiones tras examinar a Suiza.

Pero esta no es la única medida sospechosa de xenofobia que los suizos han aprobado en los últimos años: en 2009 dieron el "sí" a una propuesta para prohibir la construcción de minaretes en el país y en 2010 acordaron la expulsión directa de extranjeros acusados de ciertos delitos antes, incluso, de ser sometidos a juicio.

"Estas iniciativas han dado lugar a sentimientos de incomodidad entre las comunidades afectadas y la sociedad suiza en general", indicó hoy en rueda de prensa la relatora del comité sobre Suiza, Anastacia Crickley.

Crickley expresó su inquietud por la proliferación de "estereotipos racistas" en medios de comunicación y en las campañas políticas de los partidos relacionados con la derecha nacionalista, que son los que promueven esas controvertidas iniciativas populares.

Estos síntomas de racismo se aprecian sobre todo hacia musulmanes, africanos y ciudadanos de Europa del Este, además de hacia solicitantes de asilo político, según el comité.

De hecho, hace sólo dos días el Gobierno suizo decidió suspender el sistema de liberalización de visados para países fuera del espacio Schengen sobre la Europa sin fronteras, como respuesta a "la llegada de gran número de inmigrantes irregulares o solicitantes de asilo cuya demanda es infundada".

Aunque la ONU alaba que Suiza haya incluido "el criterio humanitario" para conceder asilo temporal a personas que huyen de conflictos y violencia, advierte de que el permiso concedido les coarta el disfrute de algunos derechos fundamentales.

"El permiso F para esos casos implica restricciones de libertad de movimiento, falta de acceso a empleo, vivienda o educación. En definitiva, falta de igualdad de oportunidades", alertó Crickley.

ACUSACIONES DE RACISMO

Las acusaciones de racismo a la sociedad suiza por parte de algunos colectivos se han reavivado en la última semana a la luz de la iniciativa "Contra la inmigración masiva", alentada por sectores nacionalistas que llevan tiempo enarbolando un discurso chovinista y xenófobo que ha calado especialmente en los cantones alemanes e italianos.

Esa polémica propuesta salió adelante por un contundente 68,3% de los votos en el cantón de habla italiana de Tesino, una de las regiones que más animadversión han desatado hacia el trabajador extranjero.

Allí viven unos 340.000 italianos -la mayor comunidad extranjera de toda Suiza- y 60.000 cruzan a diario la frontera para ir a trabajar, en virtud de los acuerdos de libre circulación de personas que el país mantiene con la Unión Europa (UE) desde 2002.

Ahora habrá que revisarlos para armonizarlos con la iniciativa aprobada en referéndum el 9 de febrero y que sume en la incertidumbre a los ciudadanos comunitarios que viven en Suiza, quienes representan el 66% de la población extranjera en el país.

El "odio al otro" desarrollado en esa pequeña región del sur de Suiza llevó a sus habitantes a sacar también adelante el pasado septiembre, con un 58% de "síes", una propuesta para prohibir que las mujeres se cubran el rostro en lugares públicos con velo o burka.

Esta medida fue vista en su día por algunos sectores como desproporcionada, ya que sólo el 5% de la población suiza es musulmana (400.000 personas) y en todo el país no residen más de un centenar de mujeres que se tapen la cara en público por motivos religiosos.