La crisis institucional pone contra las cuerdas a Portugal ante los mercados

  • El país luso, ante el posible rescate de su economía tras rechazar su cuarto plan de austeridad

La crisis institucional por la que atraviesa Portugal tras la dimisión de su primer ministro, José Sócrates, le ha puesto contra las cuerdas en su lucha por evitar la ayuda externa y ha recrudecido la presión a la que le someten los mercados.

Las suspicacias que despierta entre los inversores el estado de la economía lusa se agravaron hoy con la situación de incertidumbre política que vive el país, lo que disparó los intereses de sus títulos a diez, cinco, tres y dos años hasta máximos nunca alcanzados antes desde la entrada en vigor del euro, en 2002.

La crisis de Gobierno portugués no pasó desapercibida para la agencia de calificación de riesgo Fitch, que rebajó también hoy en dos escalones la nota de la deuda lusa, hasta "A-", como consecuencia directa de que el Parlamento luso tumbara ayer el último paquete de medidas de ajuste.

Los rumores sobre la petición de un rescate financiero -como ya hicieran Dublín y Atenas el pasado año- no se han hecho esperar e, incluso, el presidente del Eurogrupo, el luxemburgués Jean-Claude Juncker, cuantificó el valor de esta ayuda en el entorno de los 75.000 millones de euros.

Tampoco contribuyó a aliviar esta presión la decisión de la Unión Europea (UE) de aplazar la ampliación y flexibilización del actual fondo de rescate, prevista en principio para la cumbre que se celebra entre hoy y mañana en Bruselas y que finalmente se retrasará hasta junio.

El Ejecutivo portugués, de signo socialista, había dirigido todos sus esfuerzos desde febrero a lograr la aprobación del paquete de medidas de ajuste para calmar a los mercados e, incluso, propuso formalmente endurecer sus planes de austeridad para tratar de convencer a sus socios de la UE.

Este proyecto, sin embargo, se convirtió finalmente en el detonante de la dimisión del primer ministro, quien decidió presentar su renuncia tras el rechazo ayer del Parlamento a los nuevos ajustes.

Pese a todo, el Gobierno luso, que ejerce desde hoy en funciones, volvió a insistir en que seguirá haciendo todo lo posible por evitar una intervención externa, al considerarla altamente perjudicial y gravosa para los intereses del país.

En este sentido, el ministro portugués de la Presidencia, Pedro Silva Pereira, aseguró hoy que el rescate financiero "es aún evitable", pese a esta crisis institucional, aunque sí "más difícil" de eludir.

El líder del principal grupo de la oposición, cuyo rechazo al último plan de austeridad del Ejecutivo derivó en la dimisión de Sócrates, el conservador Pedro Passos Coelho, también expresó desde Bruselas que espera que Portugal "quede fuera" de un plan de intervención externa, aunque el viernes pasado declaró que el país "precisa" de esta ayuda.

El impacto de esta crisis institucional se ha reflejado en el fuerte incremento de la presión sobre su deuda soberana, que en el mercado secundario se intensificó de forma generalizada.

La penalización sobre las obligaciones a diez años alcanzó un nuevo máximo del 7,727 por ciento, casi una décima más que ayer, mientras que los títulos a cinco años continuaron con su escalada hasta llegar al 8,401 por ciento, lo que evidencia que el temor de los inversores a un hipotético impago de Portugal es más a corto que a largo plazo, según los analistas.

La misma tendencia siguió la deuda lusa a tres y dos años, con intereses del 7,815 y del 6,873 por ciento, respectivamente.

En el fondo de la cuestión se encuentra la situación económica de Portugal, que presenta un elevado déficit público (equivalente al 7,3 por ciento del PIB en 2010), un alto déficit exterior (cercano al 10 por ciento del PIB) y un crecimiento medio anual de sólo el 0,9 por ciento en la última década.

El Gobierno socialista, por su parte, contrapone que sus cifras no son mucho peores que las de otros Estados de su entorno y recuerda que países como EEUU o el Reino Unido presentan un mayor endeudamiento que la media europea, que Portugal ha sido uno de los que más ha rebajado su déficit de toda la UE y que algunos de sus socios comunitarios tienen tasas de paro más altas.