Diez milicianos iraquíes vinculados a Al Qaeda mueren en Faluya y Ramadi

  • España expresa su preocupación por la situación en la provincia iraquí de Anbar
  • Anima al Gobierno iraquí a promover el diálogo

Diez milicianos del Estado Islámico de Irak y Levante, grupo vinculado a Al Qaeda, han muerto en enfrentamientos con las fuerzas de seguridad iraquíes y con residentes en Faluya y Ramadi, en la provincia occidental de Al Anbar, informó una fuente policial.

Cinco de los milicianos murieron en Ramadi, donde también fueron heridos otros dos, a los que detuvo la Policía.

"Se registraron fuertes enfrentamientos entre los residentes y los milicianos del Estado Islámico y se consiguió matar a tres francotiradores del Estado Islámico y quemar tres coches en la zona de Albu Bali, en el este de Ramadi", agregó la fuente de seguridad.

Además, Jaled Ali Nasser, una destacada figura del grupo Estado Islámico, fue asesinado por vecinos del oeste de Ramadi, según dijo la televisión iraquí, que también informó de la muerte de otro líder de la organización, Abu Tafi Qauqasi, en la ciudad de Faluya, después de que intentara violar a una mujer.

"La ciudad de Faluya no está bajo control de los terroristas, contra quienes están luchando los residentes de Al Anbar", aseveró el jefe del Consejo de Salvación iraquí (milicias suníes que luchan contra Al Qaeda), Ahmed Abu Risha.

Las fuerzas de seguridad iraquíes, en colaboración con la guardia fronteriza de Al Anbar y con el apoyo de helicópteros de combate, realizaron varias operaciones a lo largo de la frontera de Irak con Siria, en el oeste de Al Anbar, para prevenir la infiltración de miembros de Al Qaeda y contrabandistas, agregó la fuente policial.

Por otra parte, el Gobierno iraquí decidió hoy conceder a los residentes de Al Anbar fallecidos en enfrentamientos con extremistas el derecho a ser reconocidos como soldados mártires, informó el asesor de prensa del primer ministro Nuri al Maliki, Ali al Musaui.

Desde hace una semana, la provincia de Al Anbar, que representa un tercio de la superficie de Irak, registra una gran tensión después de que las fuerzas de seguridad iraquíes detuvieron al diputado opositor Ahmed al Aluani y mataron a su hermano.

ESPAÑA EXPRESA SU GRAN PREOCUPACIÓN POR LA SITUACIÓN EN RAMADI Y FALUYA

El Gobierno español ha manifestado este martes su "gran preocupación" por la situación que se vive en la provincia iraquí de Anbar, donde en los últimos días se han producido combates entre las fuerzas gubernamentales y grupos vinculados a Al Qaeda, en particular en las ciudades de Ramadi y Faluya, en los últimos días.

"En esta difícil coyuntura, España reitera su plena solidaridad con las autoridades iraquíes en sus esfuerzos por restablecer la estabilidad en el país", ha manifestado el Ejecutivo a través de un comunicado del Ministerio de Asuntos Exteriores. Asimismo, ha animado al Gobierno iraquí a "promover un diálogo sólido e incluyente entre todos los grupos que integran la sociedad iraquí que permita hacer frente eficazmente al extremismo".

Este lunes, el comando de operaciones de Anbar anunció que la Policía y las tribus de la localidad de Ramadi han retomado el control de la ciudad tras expulsar del centro de la misma a los milicianos del Estado Islámico de Irak y Siria (ISIS), vinculados a la organización terrorista Al Qaeda.

Horas antes el Ejército comenzó un asalto en el norte y el sur de la ciudad para expulsar a los milicianos del ISIS. Los soldados habían pedido la ayuda de las tribus locales para negociar una salida pacífica al asedio, como última opción antes de una incursión militar.

El ISIS, que ha reivindicado la autoría de numerosos atentados contra las fuerzas de seguridad en los últimos meses, se hizo la semana pasada con el control de Ramadi y Faluya, donde aún permanecen.

La salida de las tropas estadounidenses del país y el conflicto en Siria, con fuertes connotaciones sectarias, ha exacerbado las tensiones entre la comunidad suní y el Ejecutivo del primer ministro chií Nuri al Maliki, que tienen como puntos de fricción un sistema judicial que discrimina sistemáticamente a los suníes y la exclusión de esta comunidad de los altos cargos de la Administración iraquí.

No en vano, los enfrentamientos violentos con tintes sectarios entre la minoría suní y la dominante comunidad chií ya eran una tónica habitual, reminiscencia de los años de guerra en Irak tras la ocupación estadounidense -especialmente entre los años 2006 y 2007-.

Los levantamientos populares contra el Gobierno, asimismo, encontraron su germen en la ola de levantamientos de 2011 en Oriente Próximo y el norte de Africa, conocida como la 'Primavera Arabe', que empujó a los suníes a rebelarse pacíficamente contra Al Maliki.