Dos gallegos, entre los tripulantes de un pesquero secuestrado en el Índico

  • Son ya más de 700 los marineros, de distintas nacionalidades, que permanecen secuestrados

La Operación Atalanta no lograr acabar con los actos de piratería. Son ya más de 700 los marineros, de distintas nacionalidades, que permanecen secuestrados después de faenar por las aguas del ocèano Índico.

A esa lista se han sumado involuntariamente los 24 tripulates del "Vega 5" un buque, con bandera de Mozambique, en el que faenan dos marineros españoles.

Se trata del capitán y el contramaestre de la embarcación, que fue vista por última vez el 31 de diciembre cerca de la costa de Mozambique, aproximadamente a 200 millas náuticas al suroeste de las Islas Comoras, en dirección norte, según la misión de la Unión Europea contra la piratería en el océano Índico, EU Navfor-Atalanta.

El buque era remolcado por lo que parecía ser un esquife, una embarcación muy usada por los piratas, y no respondía a las llamadas realizadas por la misión Atalanta, que desde entonces no ha conseguido mantener ninguna otra comunicación con la embarcación secuestrada.

Y es que los piratas somalíes siguen batiendo marcas de secuestros y en la actualidad retienen 44 barcos y 771 rehenes, pese a la presión que sobre ellos ejercen las armadas de más de 25 países.

Al secuestro del Vega 5, se sumó el del carguero argelino "Blida", el primer barco capturado por los piratas somalíes en 2011, que fue abordado a unas 150 millas al sureste del puerto omaní de Salalah, en el Índico.

El "Blida" lleva 27 tripulantes, argelinos, ucranianos y filipinos, según "Atalanta", que indicó que son 28 los barcos y 654 los rehenes que retienen ahora los piratas somalíes, cifras distintas de las de Ecoterra, que contabiliza pequeños barcos y pesqueros de países de la región que no entran en la lista europea.

Desde que los piratas somalíes incrementaron a partir de 2005 sus actividades, nunca se había llegado a una cifra de barcos y rehenes retenidos al mismo tiempo, tanto en las cuentas de Ecoterra como en las de la operación naval europea Atalanta.

"Desde que la operación naval de la UE se inició hace dos años la piratería empezó a cambiar y ahora se ha transformado por completo", señala hoy Ecoterra, con sede en Nairobi.

La organización ha señalado en comunicados anteriores que, "mientras miles de millones se gastan en la militarización y mercenarios (compañías de seguridad), aún no hay ayuda para pacificar y desarrollar las áreas costeras de Somalia".

Tanto organismos de la ONU, como el Gobierno Transitorio somalí y diversas organizaciones humanitarias han señalado repetidamente que la solución del problema de la piratería en Somalia pasa por el desarrollo del país.

El director del Programa de Asistencia Marítima de Mombasa, en Kenia, Andrew Mwangura, de acuerdo con otros expertos, dijo en su día que las causas subyacentes de la piratería son la inestabilidad política de Somalia, que carece de gobierno efectivo desde 1991.

Mwangura ha denunciado que la boyante actividad de estos modernos piratas, que actúan con teléfono satélite y GPS y se embolsan enormes rescates, no existiría sin la infraestructura que les dan "poderosos hombres de negocios que están detrás de los abordajes".

"Los verdaderos piratas están en Nairobi, Dubai o en Londres", ha dicho Mwangura, en referencia a empresarios que hacen negocios con ellos y que les suministran equipos de navegación y comunicaciones y armas.

Sobre el terreno, la extrema miseria en que viven los pescadores y habitantes del interior de Somalia es el caldo de cultivo para la proliferación de piratas, que buscan unos rápidos e importantes ingresos, pese a los riesgos que esa actividad comporta.

Los elevados rescates pagados para la liberación de los barcos, cientos de millones de dólares en los últimos cinco años según la ONU, hacen que los piratas somalíes cuenten con mejores medios y una organización y redes de información más preparadas.

En los últimos meses, según fuentes somalíes y de organizaciones de asistencia marítima, los rescates para la liberación de los barcos también han batido récords, y alguno ha llegado a los nueve millones de dólares.

Los ataques de estos piratas, que utilizan para los abordajes pequeños esquifes rápidos, apoyados por buques nodriza, se registran cada vez más lejos de sus refugios en la costa somalí.