Una ciudad fantasma el día después de la tragedia

Casi 24 horas después de los atentados que golpearon París y que costaron la vida a al menos 129 personas, París siguió hoy consternada, con los principales centros turísticos cerrados, las calles y el metro prácticamente vacíos y los comercios casi invisibles.

Tristeza era lo que se reflejaba en los rostros de las pocas personas que viajaban en los vagones de metro de una ciudad en estado de shock.

Excepcionalmente, la Torre Eiffel, icono de la capital francesa, se encontraba cerrada y los escasos turistas merodeaban por la zona, desubicados.

"Teníamos planeado este viaje desde hace tiempo y ayer al oír las noticias pensamos que nuestro avión no saldría (...) Al final llegamos esta mañana y vemos que es una ciudad fantasma", comenta a Efe Minerva Fernández, una turista procedente de Barcelona.

Entre policías y militares, se podía contar las personas que deambulaban por la Plaza del Trocadero, y en las inmediaciones de la Torre había algunos autobuses vacíos aparcados, "lo nunca visto", según los vendedores callejeros.

"Pensaba quedarme en el hotel, pero decidí venir, ya que tenía la entrada para la Torre Eiffel", dice Antonio Fernández, procedente de Murcia.

En opinión de Dorikas Santana, una residente dominicana, "es doloroso sobre todo para los inmigrantes como nosotros, cuya situación se ve empeorada, ya que quizás se van a violar muchos derechos y acabaremos pagando otros como pecadores".

El horror vivido anoche en París se sigue respirando en las calles, tras el asalto a una de las zonas de fiesta más concurridas en las proximidades de la plaza Republique y bastante cerca de la redacción del semanario satírico "Charlie Hebdo", blanco de otro ataque terrorista el pasado enero.

En la Ópera de París, una zona muy frecuentada por los turistas, hay un matrimonio francés que ha venido a visitar a su hija, residente en la ciudad.

"Jamás habíamos visto la capital así, triste, desesperadamente calmada (...) Venimos de la Provenza (sureste de Francia) para ver a nuestra hija que precisamente vive en el barrio donde ocurrió todo", lamenta Eric Gilbert.

En la entrada del Louvre, un cartel indica "Por razón de duelo nacional decretado por el Presidente de la República, el museo permanece cerrado".

Los comercios y cafeterías que no tenían las persianas bajadas prácticamente estaban vacías, las cadenas de comida rápida desiertas y en los pasillos del metro de algunas estaciones reinaba un silencio sepulcral.

Un París a cámara lenta reflejo del "día después", una ciudad que despierta del horror aún estancada y a la que por una vez no se le puede aplicar el apelativo de "Ciudad de la Luz".