Austria da el último adiós a Otto de Habsburgo

La tradición y cierta nostalgia por un tiempo pasado se respiraron este sábado en el centro de Viena en el funeral de Otto de Habsburgo, hijo del último emperador austro-húngaro, en una ceremonia que reunió a miembros de varias casas reales y monárquicos, pero también a dirigentes de la República austríaca.

Otto de Habsburgo-Lorena y Borbón-Parma, nacido en 1912 y nombrado en 1916 heredero del Imperio, al acceder al trono su padre Carlos, regresó este sábado para quedarse a esta capital, desde la que una vez la casa Habsburgo dominó los designios de buena parte de Europa.

El doctor Otto Habsburgo-Lorena, su nombre oficial en la Austria republicana, falleció el pasado 4 de julio en su residencia de Alemania a los 98 años de edad.

En la Catedral de San Esteban, su familia, numerosos seguidores de su trayectoria política, reyes, príncipes, presidentes y primeros ministros se dieron cita para asistir al que con toda seguridad fue el último entierro con reminiscencias imperiales que vivirá Austria.

Pese a que no ha sido un funeral de Estado, ya que Austria abolió la Monarquía en 1918, el entierro de Otto de Habsburgo y de su esposa Regina, fallecida en febrero de 2010, ha contado con honores y con una pompa poco común, incluyendo la presencia de formaciones del Ejército austríaco.

Asistieron a la ceremonia aparte de la cúpula del Estado y Gobierno austríaco, el Rey de Suecia Gustavo y su esposa Silvia; el gran duque Henri de Luxemburgo; el príncipe Hans Adam de Liechtenstein; la infanta Cristina de España; la princesa Astrid de Bélgica; el príncipe Michael, sobrino de la reina Isabel II, y los ex monarcas Simeón de Bulgaria y Miguel de Rumanía.

En la catedral de San Esteban se pudieron ver uniformes tradicionalistas y símbolos imperiales. El féretro de Otto de Habsburgo estaba cubierto por un paño amarillo y negro, los colores de la Casa Habsburgo, con el escudo de armas imperial.

Junto al cardenal de Viena, Christoph Schönborn, que transmitió las condolencias del Papa Benedicto XVI, concelebraron el réquiem obispos de países como República Checa, Eslovaquia, Eslovenia, o Serbia, que en su día formaron parte del Imperio Austro-Húngaro.

Los hijos de Otto recordaron en la misa el compromiso político y el ideario de quien fuera eurodiputado de la Unión Social Cristiana de Baviera y presidente de la Unión Paneuropea.

Su defensa de los derechos humanos, la familia y el cristianismo; su lucha por el entendimiento de los pueblos europeos y su ferviente europeísmo; su enfrentamiento con el nazismo y el comunismo, fueron recordados por sus siete hijos durante la misa.

Tras la ceremonia, el ataúd con los restos de Otto de Habsburgo abandonó la catedral y recorrió los casi 3 kilómetros hasta el templo de la Cripta de los Capuchinos.

Ante la mirada entre respetuosa y curiosa de los miles de vieneses que se apostataron a lo largo del trayecto, el cortejo dio una vuelta por el casco histórico de Viena.

Escoltado por una compañía de tiradores tiroleses y decenas de otras formaciones militares del antiguo Imperio, el cortejo fúnebre atravesó la Plaza de los Héroes, entrada al conjunto del Hofburg, el antiguo Palacio Imperial, donde fue saludado por una salva de 21 cañonazos.

A su llegada a la Cripta, se celebró la tradicional ceremonia en la que un chambelán llamó por trece veces ante la puerta del recinto funerario.

Desde el interior, un monje capuchino preguntó quien llamaba, a los que por dos veces se le contestó con los títulos, cargos y honores, nobiliarios y civiles, del fallecido.

Tras negar por dos veces conocerlo, el monje por fin abrió la puerta al anunciar el chambelán que quien llama era un simple mortal y pecador. "Este puede entrar", concede entonces el monje.

Los restos de Otto y de esposa Regina fueron enterrados finalmente en esa cripta en una ceremonia reservada a los familiares del fallecido, mientras que la urna con su corazón encontrará mañana, domingo, su último reposo en la abadía de los benedictinos de Pannonhalma, cerca de Budapest