En cientos de instalaciones militares y civiles de todo el mundo, hay unas 2.000 toneladas de material nuclear con el que se podrían fabricar 20.000 bombas de uranio y 80.000 de plutonio, de sobra para borrar varias veces al ser humano de la faz de la tierra. Y mucho de ese material está fuera del control de los estados. Y no es imposible, que grupos terroristas se hagan con él, y lo utilicen.
"No hay ninguna duda, ha dicho el presidente estadounidense en la Cumbre de Seguridad de Wasintong, de que si esos locos obtienen una bomba nuclear, con toda certeza la usarán".
La cumbre, donde han estado los líderes de medio centenar de paises, aunque no Rusia, busca como afrontar ese riesgo. Para ello va a crear un grupo de trabajo anual con la participación de 39 paises, entre ellos España, con una misión fundamental: fomentar la relación entre los servicios de inteligencia antiterrorista.
Después de los atentados de Bruselas, Turquía o Pakistan, ha dicho Obama, "todos estamos de acuerdo en que derrotar a grupos terroristas como el DAESH, requiere que compartamos más información".
En la cumbre se ha informado de que toda América Latina y Caribe están libres de uranio enriquecido, y que en los próximos meses lo estarán también el Sureste de Asia y Europa Central. Por primera vez en una década, EE.UU hará público en breve su arsenal nuclear.
El terrorismo nuclear es una amenaza pausible, pero latente. La amenaza de Corea del Norte es real, y está ahí. Lo ha reconocido en la cumbre Xi Jinping, presidente de China, principal aliada del régimen de Piong Yang. Y no solo eso, ha apoyado expresamente en Washington los esfuerzos conjuntos de EE.UU, Corea del Sur y Japón para frenar la expansión del programa atómico norcoreano.
China ha visto como Corea del Norte le ha desafiado, probando un misil en respuesta a su petición de rebajar la tesión durante la Cumbre. Disponen ya de tecnología para fabricar cabezas nucleares en miniatura capaces de ser instaladas en misiles intercontinentales. Un grave riesgo para la paz teniendo en cuenta que están en manos de un dictador tan volatil y engañosamente carnavalesco como Kim-Jong-un.
