El Madrid regresa a la élite del baloncesto europeo 15 años después

una noche así. Magia en la Caja. 12.100 almas bailando al son adolescente de los Berserkers y al experimentado y sabio de Los Ojos del Tigre. El 2-11 y el 13-23 no arrugaron a nadie. Ni la presión de Pesic a los árbitros. Era el día. Prohibido fallar. Tres lustros después, el rey de Europa (lo sigue siendo el Madrid con sus ocho coronas) estaba obligado a tocar el cielo en el barrio de San Fermín Vikingo, como se le conoce desde ayer.

Los triples de Tucker, la sabiduría de Prigioni, los tapones de Fischer, los bemoles de Carlitos Suárez y Reyes, el talento de Tomic y Mirotic y la actitud impagable del Raúl de la canasta, El Increíble Llullk, obraron la gesta ante un valiente y bravo Power Valencia.

En el Sant Jordi podría ganar el Madrid la Novena, con el Barça en la grada. Si el fútbol ha hecho bien antes los deberes, el madridismo podría tocar el Paraíso esa semana. ¡Nos vamos a Barcelona!