Roxette traen a Madrid un regreso nostálgico al mejor pop de los 80 y 90

  • Los suecos abarrotaron la Plaza de Toros de Vistalegre con un repaso a sus grandes éxitos de siempre
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Tienen disco nuevo en la calle, pero es lo de menos. Lo importante es que el dúo sueco Roxette ha regresado a la carretera con intenciones de quedarse, como ha querido transmitir al público madrileño en el concierto que ha celebrado este viernes ante 11.000 personas en el Palacio de Vistalegre.

Para enfatizar este despertar de su letargo, la banda, que no realizaba una gira mundial desde 1995, apenas ha hecho caso a su último trabajo, el álbum "Charm School", por el que no ha apostado y del que únicamente ha ejecutado dos temas, para centrarse en su inacabable repertorio de números uno.

Así, con la nostalgia como principal y potente arma, Roxette ha llevado a cabo un retorno al pasado con algunos altibajos, y es que, mientras que con emotivas baladas como "Crash! Boom! Bang!" o "Fading like a flower" han demostrado con creces su buen hacer, no han sabido transmitir la misma pasión en los temas más marchosos.

A ello no ha ayudado un deslucido trabajo de sonido, con unos graves excesivamente acentuados que por momentos se imponían al resto de la música; algo que, no obstante, se ha compensado gracias al carisma y fuerza de sus hits, todos ellos, himnos de una generación.

"Dressed for success" abrió la actuación entre vítores y aplausos de un público emocionado ante la posibilidad de ver a un grupo que ya muchos creían por terminado. Sin parafernalia alguna, Roxette enlazó este tema con una de sus canciones más famosas, "Sleeping in my car", para llegar a "Big Love", del disco "Joyride".

En ese empeño por sacar a relucir el legado del dúo, el disco "Joyride" de 1991 ha sido el gran protagonista de una noche en la que los suecos también han flirteado con su etapa más electrónica, con canciones como "Wish I could fly".

Aquí es donde ha quedado patente la superioridad de Roxette en las baladas frente a otro tipo de canciones, con una cómoda y correcta Marie Fredrikson, quien ha agradecido en varias ocasiones el cariño de los espectadores.

Y por fin le llegó el turno a "Charm School" y dos de sus canciones, "Only when I dreams" y el sencillo "She's got nothing on but the radio", que, por culpa de esos graves tan acentuados, no estuvo a la altura de lo esperado, por mucho que el cantante Per Gessle se empeñara en animar al público saltando sin parar sobre la pista.

Con la séptima canción, la relajada "Perfect Day", el concierto por fin ha empezado a cobrar forma, con Fredrikson llevando todo el peso de la música y elevando el nivel ofrecido hasta el momento.

Los sonidos más cálidos e íntimos han continuado con "Things will never be the same" y han cobrado su máximo esplendor con "It must have been love", el tema popularizado por el filme "Pretty Woman", en el que el dúo ha permanecido callado durante casi un minuto, permitiendo al público convertirse en vocalistas.

La parafernalia ya ha hecho acto de presencia, con varias luces blancas detrás del grupo, que escenificaban un cielo estrellado. Un momento álgido al que, sin embargo, ha seguido un poco agraciado tramo de carácter electrónico, con "Opportunity Nox" y "7Twenty7".

Nada mejor para remontar el vuelo que una balada como "Fading like a flower", que ha sido el detonante de un nuevo tramo repleto de grandes éxitos y con el que Roxette ha recobrado plenamente la dignidad.

La excelente ejecución de "Crash! Boom! Bang!" ha emocionado al respetable, en el momento más destacado de la velada. Luego han llegado otros hits como "How do you do", "Dangerous" y "Joyride".

Ha sido al finalizar este último tema cuando la banda se ha permitido un guiño al público español, en forma ni más ni menos que de "Paquito el chocolatero", interpretado por uno de los guitarristas que acompaña al dúo en la gira.

Tras este instante tan celebrado por los presentes, la velada ha llegado a su fin, con "Spending my time", "The Look" y, en un acertadísimo desenlace, "Listen to your heart", para dejar patente, una vez más, la habilidad de Roxette con las baladas.