Los toros de Rehuelga ofrecen una gran tarde en la 27ª de San Isidro

  • Fernando Robleño, Alberto Aguilar y Pérez Mota se van de vacío

Miguel Ángel Moncholi

Se ovacionaron varios toros de Rehuelga y al mayoral en justicia. y se le dio la vuelta al ruedo al quinto, hombre. El quinto fue un toro que repitió y se le puso en el caballo tres veces. Las tres que administró con acierto Juan Carlos Sánchez. La ultima solo para señalar. En banderillas hizo hilo al segundo par y no se entregó, siempre con la cara alta. Defecto que mantuvo en la muleta, cuya faena inició Alberto Aguilar en los medios con la diestra hasta sufrir una cornada interna que le rompía aponeurosis y músculo vasto interno.

Se mantuvo en el ruedo el madrileño midiéndose por ambos pitones con quien no humillaba, salía algo suelto y punteaba, lo que le hacían fiero sí, pero complicado también, pese a lo cual Aguilar fue ligando muletazos, y esperando con paciencia cuando el de rehuelga perdía las manos, para a continuación volver a darle todas las ventas: a media altura, perdiendo pasos, consintiendo en la distancia. Tras la entera caida llegó el premio excesivo de la vuelta al ruedo, que bien pudo ser para los tercero y sexto. El tercero algo más soso con el que Perez Mota se gustó por momentos en la distancia, leves pitos, y sobre todo al sexto, de gran calidad, muy en Santacoloma, embistiendo por abajo, con fijeza y repetición y con el que Perez Mota escuchó silencio. Ambos toros se llevaron una ovación en el arrastre de una corrida que hizo disfrutar al respetable de este encaste, el de Santacoloma, que aún no entiendo por qué no quieren ni ver las figuras y se trata injustamente a los que apuestan por ellos, como Aguilar y Robleño, que escuchó silencio con el soso de San Martín y el de Rehuelga cuarto.

LA FICHA:

Cinco toros de Rehuelga y uno de San Martín (1º), de exagerada presencia para su encaste Santa Coloma, por su excesivo volumen -tres de ellos rondaron o estuvieron por encima de los 600 kilos-y aparatosas cornamentas. Al conjunto le faltó verdadera casta y empuje, sólo compensada con una engañosa movilidad sin entrega ante los engaños, salvo el sexto, que sí se empleó y descolgó sus embestidas. Al quinto, que únicamente tuvo nobleza, se le premió injustificadamente con la vuelta al ruedo en el arrastre.

Fernando Robleño, de grana y azabache: dos pinchazos y estocada (silencio); estocada delantera desprendida y cinco descabellos (silencio tras aviso).

Alberto Aguilar, pinchazo y estocada trasera desprendida (silencio); estocada caída (ovación tras leve petición de oreja).

Pérez Mota, de tabaco negro y oro: dos pinchazos y estocada tendida (algunos pitos); pinchazo y estocada tendida (silencio)