Hamlet, en el Pavón Teatro Kamikaze, hasta el 5 de marzo

  • Miguel del Arco reconoce que el teatro Pavón de Madrid "no es sostenible"

Dice que le da rabia admitirlo, pero Miguel del Arco, el director, autor y empresario teatral más prestigioso del momento, está en un momento crítico porque nueve meses después de hacerse cargo del teatro Pavón ve que "no es sostenible" y que su compañía pasa en gira aprietos como los cómicos de hace siglos.

La realidad, dice en una entrevista con EFE, se ha impuesto y ha comprobado con la gira por España de "una obra tan bestia" como "Hamlet", que se estrena mañana en el Pavón, en Madrid, que en España "estamos volviendo a los tiempos de los cómicos de la legua".

Su compañía, Kamikaze, es, dice, "puntera" y aún así las funciones en gira con "Hamlet", que interpreta Israel Elejalde, se han reducido a los fines de semana: "no es una cuestión de llorar, es que es lo que hay".

"Hay casi una incapacidad total para vender un 'bolo' otro día que no sea sábado, así que los técnicos montan a las ocho de la mañana para la función de las ocho de la tarde y, cuando terminan, todos a su casa. Es una agonía y una empresa épica", relata.

Los siete actores y cinco técnicos que ponen en pie "Hamlet", dice, "llegan con la lengua fuera" porque, además, les ha complicado "enormemente" la ambición tecnológica del montaje, lo que le lleva a plantearse si no sería más acertado pensar en funciones sin ninguna dificultad, con el mínimo decorado, monólogos "o, como máximo, funciones de dos".

De "Hamlet", para la que se agotaron las entradas meses antes de su estreno absoluto para la Compañía Nacional de Teatro Clásico (CNTC) en febrero del año pasado, hacen "si acaso" cuatro o cinco funciones al mes: "Para que a un actor le salga a cuenta tienen que ser una media de diez así que lo que dijeron en los Goya de que solo el 8 % de los profesionales pueden vivir de su trabajo es absolutamente cierto".

Del Arco, junto con Elejalde, Jordi Buxó y Aitor Tejada abrieron en julio del año pasado el Pavón Teatro Kamikaze, el antiguo teatro Pavón, sede "provisional" durante varios años de la Compañía Nacional de Teatro Clásico (CNTC).

Cuando se embarcaron sospechaban que sería un "negocio de alto riesgo" pero ahora ya saben que "no es sostenible" y se han puesto una fecha tope porque han pedido muchos créditos y tienen que ser "realistas" y preservar su "capacidad de decisión".

"Somos muy pocos, pago a todos, pero para que sea sostenible necesitaríamos una ocupación media que no bajara del 70% y eso no siempre ocurre. Necesitaríamos más público y ya estamos haciendo malabares económicas. Yo llevo nueve meses sin sueldo y viviendo solo gracias a los escasos bolos", confiesa.

Ahora desembarcan con el "Hamlet" en su teatro y estarán cerca de un mes: "no creo que esta vez se agoten las entradas, va a ser un poco una prueba de fuego", dice.

Del Arco (Madrid, 1965) explica que la función sobre el clásico de Shakespeare "ha evolucionado mucho": "es gigantesca; hemos ido creciendo por el camino; he reescrito alguna escena, he quitado, he puesto... Han sido descubrimientos de matices, de ángulos, sobre algo que sigue muy vivo".

Con una puesta en escena tenebrosa, delicada y de profundo calado psicológico, Del Arco revisa la historia del traicionado príncipe danés y construye un soliloquio de la pena y de la certeza de la orfandad, del terror a la muerte, el vértigo suicida y la pulsión asesina.

"Me resisto a pensar que no tiene una segunda vuelta. Se quedó muchísima gente sin verla. Aquí, en el Pavón, hay más posibilidades de verla, además de que hay entradas de muy diferentes precios. Mantengo el optimismo pero no se qué pasará", dice.

Su economía se verá "algo" aliviada, dice, porque en marzo estrenará para la CNTC "Refugio", un texto suyo que también dirige y que, como en "Teorema" de Pasolini, se basa en la aparición en una casa de un extraño que desestabiliza la vida de una familia.