Ferrera, 'Morenito' y Aguilar cortan una oreja en la goyesca de Las Ventas

Una oreja por coleta pasearon Antonio Ferrera, "Morenito de Aranda" y Alberto Aguilar en la tradicional corrida goyesca del 2 de mayo celebrada en Las Ventas, segundo festejo de la Feria de la Comunidad.

FICHA DEL FESTEJO

Tres toros -primero, cuarto y sexto- de Lozano Hermanos y otros tres -segundo, tercero y quinto- de "El Cortijillo"; bien presentados aunque con desigualdades, mansurrones y de juego también variado. Los mejores, segundo y sexto, y también fue bueno el cuarto por el pitón izquierdo.

Antonio Ferrera: estocada trasera y caída (silencio); y estocada trasera con derrame (oreja).

Jesús Martínez "Morenito de Aranda": estocada (oreja); y casi entera y once descabellos (silencio tras aviso).

Alberto Aguilar: pinchazo hondo y descabello (ovación tras aviso); y estocada al encuentro y descabellos (oreja tras aviso).

En cuadrillas, Luis Carlos Aranda se desmonteró en el segundo.

Incidencias: la Infanta Elena presidió la corrida desde el Palco Real.

La plaza tuvo dos tercios de entrada en tarde agradable.

DOS QUE SI Y UNO QUE NO

Una tarde con muchas cosas que contar. Y casi todas buenas. Tres orejas, una para cada torero, fue perfecto colofón a un festejo entretenido y que sirvió para que los tres espadas se fueran contentos; pero hay que matizar ciertos aspectos para no confundir a nadie, ya que fueron premios con distinto peso.

Ferrera tuvo que tirar de raza para sobreponerse al ambiente en contra y arrancar una oreja con la que nadie contaba. Aguilar también dio la talla con una faena firme y capaz que demuestra el buen momento que atraviesa. Otro cantar fue "Morenito" que, sin estar mal del todo, paseó una "orejita" por una faena de destellos y escasa profundidad.

En primer lugar Ferrera tuvo un toro abanto en los primeros tercios y que se desplazó en los primeros compases de muleta; mas fue una movilidad engañosa pues embestía con brusquedad, con la cara por encima de la hombrera y recortando cada vez más el viaje fruto de su mansedumbre.

El extremeño le buscó las vueltas con el capote y pegó sus consabidas carreras en banderillas; pero no pudo hacerse con la situación en el último tercio, en una faena de querer pero de poco contenido debido a las continuas tarascadas que tuvo que sortear.

El cuarto fue un manso que "cantó la gallina" en los tres envites con el caballo, saliendo huido nada más sentir el hierro, por lo que llegó al último tercio prácticamente sin picar, algo que enfadó a la gente, que intentó censurar a Ferrera en banderillas.

Salió espoleado el hombre por las críticas para diseñar otra labor enfibrada en la que pegó algunos pases con mucha expresión y de buena factura al natural.

Faena de menos a más del extremeño que consiguió callar a los críticos para acabar haciéndose con la situación a base de amor propio. Faltó algo de sosiego, eso sí, menos prisas, pero su labor conectó con la gente, que de eso se trata también. Cortó una oreja.

MULETAZOS SUAVES

"Morenito" lanceó con garbo a su primero, toro también a su aire y que salió suelto en el caballo.

El de Aranda de Duero prologó su labor con muletazos suaves y remates pintureros para, a continuación, empezar en los medios una labor compuestita y en la sólo acompañó las embestidas, por eso el conjunto no acabó de "romper", a pesar de un "run run" en los tendidos.

Parece que la gente tenía ganas de ver a un "Morenito" que esta vez no pasó de los detalles; pero la estocada, de manual, fue crucial para que los tendidos se entusiasmaran hasta tal punto que le tuvieron que conceder una excesiva oreja.

El quinto fue un toro insulso, imposible para que "Morenito" pudiera redondear el triunfo, por lo que la labor transcurrió entre el más absoluto desinterés.

El primero de Aguilar fue toro manso y áspero con el que no valían confianzas por su informalidad a la hora de embestir, siempre cabeceando, con la cara por las nubes y que y quedándose corto.

El hombre hizo un esfuerzo a base de firmeza y perdiéndole necesariamente pasos para ligar los muletazos y para, al menos, poder justificarse en una labor meritoria pero de poco relieve.

El sexto fue un toro aplomado en los primeros tercios pero que se vino arriba en la muleta, lo que aprovechó Aguilar para torearlo con asiento, quietud de plantas y buena compostura por el lado derecho. Faena de aguante, claridad de ideas y firmeza también al natural hasta que el animal se "rajó".

No obstante, Aguilar lo exprimió también en la distancia corta al hilo de las tablas, acabando su labor con unos doblones por abajo de suma torería. Oreja de ley.