Circolombia, la fiesta del son y del circo de las comunidades colombianas

Los asistentes toman asiento mientras las luces van apagándose y una voz ruge para invitarles a ser libres en esta hora de circo y música colombiana, salsa y piruetas, cultura afro y figuras imposibles procedente de Circolombia, nacida de las comunidades de Cali y Bogotá.

Circolombia, compañía compuesta por jóvenes formados en la Escuela Nacional Circo para Todos de Cali que utiliza este arte como herramienta de inclusión para las comunidades más vulnerables, estará en el Circo Price de Madrid hasta el próximo domingo.

El espectáculo "Acelere" está pautado por la música en directo que no permite que el ritmo decaiga, y por trece artistas que viajan de la cumbia al hip hop, valiéndose de cuerdas, columpios, cintas y básculas, en un total de siete números con altos y bajos pero que no dejan indiferente al público.

"Las letras fueron inspiradas por cada número, es importante que la idea esté compaginada, lo que se dice y se canta con lo que se está sintiendo entre las cantantes y los artistas que están haciendo el número", comenta a Efe Diana Vargas, una de las cantantes. Así, Vargas asegura que la música tiene una "gran, gran importancia" para el espectáculo y que ésta representa las "raíces" y las "fuentes" de las que bebe Circolombia.

Se trata de una de las cuestiones básicas de "Acelere", bañado de las músicas colombianas, de cumbia y salsa choke, "muy representativa de Cali", continúa la artista: "es una cuestión de identidad y de llevar el estandarte de Colombia por el mundo y mostrar una cara diferente de nuestro país".

En la lona, cuatro manos elaboran una estructura, desde la que un cuerpo delgado y fibroso acompañado por una melena encrespada se eleva varios metros sobre el suelo para retorcerse en el aire y caer de nuevo sobre las muñecas de sus compañeros.

Tras él, dos chicos aprovechan el peso de su cuerpo para propulsarse usando una báscula coreana, un balanza similar a las que pueden encontrarse en los parques infantiles, pero que les vale como plataforma para girar dando forma a figuras y piruetas.

Con una música de fondo más suave, una pareja vuela ayudada de una cinta y la propia fuerza de sus brazos, piernas, cuello e incluso de su boca. La mandíbula de ambos soportan su peso a varios metros de altura, sin más fondo que la carpa del Price.

Después, llega el mensaje más rotundo en forma de letras de canción: "lo que tengo me lo he ganado, no me lo han regalado", repiten una y otra vez las cantantes, para dar paso a los saltos desde el columpio. También hay espacio para un canto a la libertad, que una joven en penumbra y con un atuendo fluorescente evoca desde una cuerda en las alturas que le vale como único suelo mientras se balancea a gran velocidad: "me gusta sentir miedo", recita.

Y para cerrar, cómo no, más música y más movimientos de la ciudad más salsera de Colombia, Cali, que vio nacer a este grupo quien, con su expresión, reivindica que todo es posible en el mundo del circo. "La idea es que contribuyamos a que haya menos segregación en los diversos aspectos de la vida en los que se practican esas divisiones, ya sean de raza, género, estatus social o ideologías políticas", concluye Diana.