Antonio Nazaré, a punto de levantar el plomo

  • Con una faena a la que faltó contundencia pero con la que a punto estuvo de levantar el plúmbeo ambiente de la tarde

El sevillano Antonio Nazaré tuvo la actuación más destacada en la segunda corrida de San Isidro, con una faena a la que faltó contundencia pero con la que a punto estuvo de levantar el plúmbeo ambiente de la tarde.

FICHA DEL FESTEJO: Cinco toros de Los Bayones, desigualmente presentados, varios con feas y descompensadas hechuras, y de juego deslucido por su falta de casta o empuje, aunque casi todos fueron nobles y manejables. Y un sobrero de Fraile Mazas (2º, sustituto de un titular devuelto por inválido), grandón, mansote y con temperamento.

Matías Tejela: estocada (silencio); estocada trasera (silencio).

David Mora: cuatro pinchazos y estocada baja (silencio tras aviso); estocada trasera (silencio).

Antonio Nazaré: media estocada y cinco descabellos (ovación tras aviso); pinchazo y estocada contraria (silencio).

Félix Jesús Rodríguez destacó banderilleando al segundo.

Segunda corrida del abono, con más de tres cuartos de entrada en los tendidos.

CUESTIÓN DE PULSO

Por segunda tarde consecutiva, la plaza de Las Ventas fue escenario de otro festejo plomizo y deslucido, esta vez motivado por de una corrida de Los Bayones a la que faltó raza y empuje para concretar su manifiesta nobleza.

Muy descompensados de hechuras, con unos cuartos traseros poco rematados, la mayoría de los ejemplares salmantinos adolecieron de bríos y fuerzas para desarrollar su voluntad de seguir las telas, única virtud a la que los toreros se pudieron agarrar.

Quien mejor partido supo sacar de esa lastrada nobleza fue el sevillano Antonio Nazaré, que aplicó el suficiente pulso y temple para mantener el celo y el equilibrio de los dos de su lote. Y si no le fue suficiente ante la sosería del cuajado sexto, sí que le sirvió para lucir con el tercero, en la única faena estimable de la tarde.

Tuvo este terciado toro de Los Bayones una estimable movilidad, aunque sin ritmo en sus arrancadas. Y Nazaré fue quien supo acompasárselas con una muleta que las condujo con precisión tanto con la derecha como con la izquierda.

Pero para haber sido una faena redonda, para que los olés que provocó hubieran subido de decibelios, a los pases del sevillano les faltó el mismo metro final que no tuvieron las embestidas del astado.

Aun así, fue la de Nazaré la tabla de salvación de una tarde que no pasará a la historia. Matías Tejela pasó casi de puntillas tras hacerle una faena a menos al que abrió plaza, un toro con cierta clase que perdió celo cuando el madrileño perdió también el compás inicial. Con el inválido cuarto, ni eso pudo hacer.

También fue muy blando de patas el quinto, con el que David Mora sumó pases sin convicción ni ilusión. En cambio el sobrero de Fraile Mazas se salió un tanto del guión de la tarde para ofrecerle más posibilidades.

Fue este un cinqueño grandón y viejuno, que marcó desde su salida una tendencia a tablas que nunca perdió. Y aún la tenía muy acusada en el tercio de varas, cuando David Mora salió a replicar por ajustadas gaoneras un quite de Nazaré por chicuelinas.

Al cuarto lance, el de Fraile, falto de fijeza, se echó a los lomos al diestro madrileño, en una aparatosa voltereta que no tuvo más consecuencias que la de inquietar y fijar la atención del tendido.

Fuerte y con temperamento, el sobrero tuvo luego un puñado de emocionantes embestidas a la muleta, sobre todo por el pitón derecho, antes de volver a acusar sus verdaderas intenciones de huida. Pero hasta entonces esas aparentes posibilidades momentáneas se disiparon por las imprecisiones de quien debía aprovecharlas.