World Press Photo muestra en Madrid las distintas caras de 2015

World Press Photo muestra en Madrid las distintas caras de 2015
World Press Photo |Telemadrid

La crisis de los refugiados, el terremoto en Nepal o el atentado a la revista "Charlie Hebdo" son hitos que marcaron el pasado año y que se encuentran enmarcados entre las 155 fotos galardonadas con el World Press Photo 2015, instantáneas que muestran en Madrid las distintas caras del pasado año.

"Esperanza de una nueva vida" del fotógrafo australiano Warren Richardson es la imagen que se ha llevado el primer premio de este galardón internacional, que el próximo año cumplirá seis décadas.

Se trata de una imagen en blanco y negro que muestra a un hombre pasando a un bebé a través de una valla de alambre de espino en Roeszke, en la frontera entre Serbia y Hungría.

Esta instantánea no es la que "mejor calidad puede tener de todas", ha reconocido hoy el jefe de exposiciones de World Press Photo, Erik de Kruijf, pero aún así, fue la elegida de entre las más de 85.000 fotos que visionó un jurado compuesto de 20 miembros internacionales, ha recordado.

"Muchos preguntan por qué esta imagen ganó el primer premio", ha asegurado Kruijf, "yo mismo me lo pregunté -ha continuado-, pero esta fotografía dispone de la textura propia de una pintura en la que se siente la tensión y a la vez la esperanza".

La imagen de Richardson está tomada de noche, sin flash, las luces que alumbran esta fotografía son las de los focos de los policías que intentaban interceptar a los refugiados en su periplo por Europa.

Choca que sea en blanco y negro, pero precisamente también están ausentes de color la tercera parte de las imágenes premiadas en esta edición de 2015.

Lo contrario que el color que muestran las fotografías del navarro Daniel Ochoa (segundo premio en categoría Gente), sobre las fiestas populares de Las Mayas de Colmenar Viejo (Madrid).

"Odio que me digan que son bonitas y coloridas" pero es "una suerte vivir en un lugar con tanta belleza", ha dicho Ochoa.

La crisis de los refugiados no pasó desapercibida para el jurado en este certamen, pues sólo hace falta recorrer los pasillos del Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid (COAM) para darse cuenta.

Kruijf ha destacado que en los últimos años los problemas de los fotógrafos de agencias para acceder a ciertas zonas ha llevado a que éstas "contacten con fotoperiodistas locales para que retraten historias cercanas".

Algunos de ellos han sido premiados este año. Son imágenes que narran sucesos y que, ha subrayado Krujif, han tenido la oportunidad de proyectar estas historias para contarlas al mundo "pese a la ausencia de libertad de prensa y el peligro para acceder a zonas de países como Siria".

Y es que fotografiar es detener el mundo, captar hechos que se retienen no sólo en la memoria de una cámara, sino también en la de la sociedad.

Por ello, "el libre flujo de información" es uno de los principios del World Press Photo y es tan importante como la calidad de la imagen.

Pero como la libertad de prensa no está asegurada en todos los rincones del mundo, en algunos países no todas las imágenes galardonadas en el World Press Photo son expuestas.

El año pasado, la imagen que se alzó con el primer premio mostraba a Jon y Alex, una pareja de homosexuales de San Petersburgo, de manera muy íntima. Una instantánea que no fue expuesta en muchos países en los que el Islam es la religión mayoritaria.

Igual ha ocurrido en la exposición de esta edición que tuvo lugar en Ankara (Turquía), cuando quedó apartada una fotografía de Mauricio Lima.

En la imagen, un médico kurdo trata a un soldado del Estado Islámico (IS) en un hospital al norte de Siria frente a un retrato de Abdullah Öcallan, líder del Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK), considerado terrorista por el gobierno turco.

En la muestra, patrocinada por la Fundación Banco Sabadell y que se podrá ver hasta el 1 de noviembre, también hay hueco para que el fotoperiodismo cambie las cosas.

Lo demuestra el reportaje del portugués Mário Cruz, que retrata el drama de la esclavitud moderna de los menores o "talibés" que piden limosna en Senegal y con la que el gobierno empezó a tomar medidas.