San Isidro empieza gris y aburrido, sin una sola ovación en la tarde

Ni una sola ovación en la tarde para la terna de toreros que inauguraron la Feria de San Isidro en La Monumental de Las Ventas, un festejo gris y aburrido en el que ni toros ni toreros contribuyeron al espectáculo.

FICHA DEL FESTEJO.- Toros de Valdefresno, con divisa negra en memoria de su propietario, Nicolás Fraile, fallecido este invierno. Corrida aceptablemente presentada aun con desigualdades, y de pobre juego en conjunto. El quinto se movió algo más; con calidad pero sin fuerzas, el primero; "rajado" el segundo; bronco el tercero; soso y apagado, el cuarto; y sin clase y rebrincado, el sexto.

David Mora: pinchazo y estocada desprendida (silencio); y cinco pinchazos y estocada baja (silencio tras aviso).

Daniel Luque: estocada ligeramente trasera (leves palmas); y dos pinchazos y estocada (leves palmas tras aviso).

Diego Silveti: dos pinchazos, otro hondo y dos descabellos (silencio); y dos pinchazos, estocada trasera y tendida, y descabello (silencio tras aviso).

En cuadrillas, Abraham Neiro "Algabeño" saludó por un arriesgado par al quinto, del que salió prendido sin consecuencias.

La plaza tuvo casi tres cuartos de entrada en tarde primaveral.

SIN PENA NI GLORIA

Arrancó San Isidro y lo hizo como presagiaba el aficionado, es decir, con un espectáculo anodino por lo poco o nada que aportaron los toros y por la escasa resolución que en ocasiones demostraron también los toreros. Una tarde de esas en las que la afición se tambalea.

Y quedan treinta más por delante a la espera de que cambie el panorama. La de hoy pasó sin pena ni gloria, quede claro.

Abrió la feria un toro con cierta clase pero ostensiblemente mermado por sus nulas fuerzas, con el que Mora solamente pudo lucirse en dos mecidas verónicas y en tres chicuelinas en el recibo, ya que el astado quedó visto para sentencia tras su paso por el caballo.

Mora trató de afianzarlo con suavidad a media altura, pero ni así. El animal se acabó enseguida, parándose y negándose en redondo a tomar el engaño; en consecuencia, la faena se diluyó por completo.

El cuarto, corretón y distraído de salida, como buen manso fue de caballo a caballo, tomando el último puyazo en chiqueros. Y como tal apenas quiso pelea en el último tercio, apagado y soso. Con semejante panorama, Mora se limitó a pasarlo sobre ambas manos sin poder profundizar, apenas sin decir nada.

El primero de Luque, además de poca fortaleza, "cantó" pronto su condición de manso. El de Gerena se metió en los terrenos que marcó el astado para tratar de aprovechar sus pocas acometidas; y así logró muletazos sueltos por uno y otro pitón de cierto aroma, mas el conjunto, en el que también faltó ajuste, no llegó muy lejos por lo poco que aportó el de Valdefresno.

El quinto tuvo más movilidad, pero fue como el tuerto en el país de los ciegos al embestir también de forma intermitente. Igual que Luque, que solamente brilló en los detalles y en un par de "cositas" aisladas sobre la diestra, ya que en lo fundamental estuvo siempre al hilo, sin arrimarse lo suficiente.

Sin embargo, la impresión de un derrote que se llevó en la zona escrotal, que le obligó a enfundarse unos pantalones vaqueros al romperse la taleguilla, propició que cierta parte de la plaza se pusiera de su parte, algo raro dada la exigencia que caracteriza al público de Madrid. Al final, no obstante, apenas se le aplaudió.

Silveti no pudo repetir el triunfo del año pasado en esta misma plaza y por estas fechas. Su primero fue un toro brusco y con genio con el que el mexicano anduvo un tanto a la deriva, sin acabar de "meterle mano" por las continuas tarascadas que pegaba el animal, que llegó a desarmarle un par de veces.

Cerró la función un astado desclasado, que embestía rebrincado, con el que Silveti, que fue encunado a mitad de trasteo y ya en el epílogo sufrió una espeluznante voltereta, hizo el esfuerzo jugándose el tipo, pero sin llegar a sacar nada en claro en lo artístico. Apropiado final a una tarde para olvidar.