Una de los grandes del teatro, Karl-Ernst Hermann, es el responsable escénico de "La clemenza di Tito" que el Real estrena el día 14 con Thomas Hengelbrock dirigiendo la "prueba de fuego" que será para la orquesta afrontar el primer Mozart de la era Mortier, un "odre barroco" lleno de "vino nuevo".
El intendente del Real, Gerard Mortier, el director general del teatro, Miguel Muñiz, Hengelbrock y Hermann han presentado hoy en rueda de prensa la producción que se estrenó hace ya 30 años y que ahora procede del Festival de Salzburgo.
Mortier descubrió esta ópera muy joven y siempre pensó que "el primer Mozart" que haría en su vida sería esta obra y con Hermann (1936), "una leyenda del siglo XX", "construyendo el escenario", pero el alemán le contestó que aceptaba con la condición de que también sería su director de escena.
El proyecto, que firma a medias con su mujer, Ursel, aunque es él quien se ocupa de la escenografía, figurines e iluminación, es el mismo estrenado en 1982 aunque con cambios "sutiles" y un reparto "completamente nuevo".
"Todo es típico del gran Hermann, una de las más grandes figuras del teatro del siglo XX. En la primera versión tenía más decorado, ahora se ha reducido y es más artístico. Sólo se han introducido pequeños acentos psicológicos en los personajes durante los recitativos" para que queden aún más claros sus perfiles, ha dicho Mortier.
Los figurines de Hermann remiten a los trajes romanos, aunque se han inspirado "mucho" en las grandes divas al estilo de María Callas y en Jackie Onassis para el personaje principal, único que cambia de vestuario.
Los intérpretes son todos "muy grandes" aunque finalmente el rol de Vitalia lo cantará, en lugar de la estadounidense Measha Brueggergosman, que está pasando "un embarazo difícil", su compatriota Amanda Majeski, "un descubrimiento" como la italiana Serena Malfi en el papel de Annio y la argentina María Savastano en el de Servilia.
A pesar de que durante mucho tiempo fue considerada como una ópera "de ocasión" -un encargo para las celebraciones de la coronación de Leopoldo II, nieto de Carlos VI, como rey de Bohemia- es "una obra muy grande", propia de un compositor "que no se termina nunca", ha afirmado Mortier.
Hermann ha detallado que la colaboración con Mortier comenzó en los 70 y que muchas veces habían hablado de "la grandeza" de este título, que nunca habían visto representado como ellos pensaban que debía ser.
"La clemenza di Tito", ha explicado, "se monta normalmente" como una ópera romana, con vestuario y escenografía de época, como un espectáculo histórico y ellos querían que algo "tan maravilloso" tuviera el acento en los "sentimientos tan interesantes y profundos" que alberga, reduciendo incluso los detalles históricos.
Engelbrock, que regresa a Madrid tras su aclamada dirección en "Ifigenia en Táuride" la pasada temporada, ha asegurado que el trabajo del coro y la orquesta "se desarrolla de forma sumamente satisfactoria" y que es un placer ver su "constante progreso".
"Esta ópera -la última que compuso- es una de las más misteriosas de Mozart y en la actualidad es difícil entender que en el XIX, al lado de 'La flauta mágica', era la mas representada" ha recordado Hermann.
"No tiene la típica esencia de una ópera clásica, sino que es romántica con apariencia barroca y por eso es tan difícil representarla en escena. Sus arias son como odres antiguos, recipientes barrocos, que hay que llenar con vino nuevo".
El director ha coincidido con Mortier en que no se trata de una obra "de encargo" en la que Mozart se sintiera apremiado para terminarla y que ése fuese el motivo por el que encargó a su discípulo los recitativos sobre el drama escrito por Metastasio.
"Mozart adaptó muy bien el libreto de Mestastasio, ese gran símbolo del Barroco, y ha hecho una versión muy adecuada, reduciéndola a propósito y muy correctamente".
