El Museo del Prado apuesta por el misterioso Georges de La Tour

  • Acoge la mayor exposición del pintor francés del siglo XVll fuera de Francia
  • Expondrá 31 pinturas procedentes del Louvre o el Metropolitan de Nueva York

Es el pintor francés más español y uno de los más populares en Francia a pesar de que Georges de La Tour ha permanecido en la oscuridad hasta hace un siglo. Una penumbra que la exposición que ahora le dedica el Museo del Prado contribuirá a iluminar. Lleno de agujeros negros y sumido en el olvido por la historia hasta hace cien años, en Francia esta considerado como su artista más celebre del siglo XVII y, junto a Monet, Renoir y Cézanne, uno de los más populares de toda su historia.

Organizada en colaboración con la Fundación AXA, la exposición coincide con la que el mismo Prado dedica a Ingres, por lo que se unen en el museo "dos genios de la pintura francesa de todos los tiempos", en opinión de Miguel Zugaza.

Para el director del Prado, la exposición que abrirá sus puertas el día 23, es la "ópera omnia" del artista, ya que de las 40 obras originales que se conservan 31 se encuentran en la muestra, con préstamos de 26 instituciones de siete países.

De estas obras, "Ciego tocando la zanfonía" y "San Jerónimo leyendo una carta" se conservan en el Prado. La primera de ellas fue comprada en 1991 con fondos del legado Villaescusa, y la segunda se encuentra en depósito después de que en 2005 fuera descubierta en los fondos del Ministerio de Trabajo por José Milicua, miembro del Patronato del Prado fallecido en 2013 y a quien se dedica la exposición.

Estas obras hacen que el Prado, tras el Museo del Louvre de París y el de Nantes, se haya convertido en una ineludible referencia para el estudio de la obra del maestro francés, "un cabo suelto de la pintura del siglo XVII que pintó la indigencia material y espiritual".

LA TOUR, EL DESCUBRIMIENTO DE LAS VANGUARDIAS

Durante su intervención, Zugaza ha considerado que, igual que pasó con el Greco, "La Tour es un descubrimiento de las vanguardias", y Picasso, "el más francés de los pintores españoles", no desdeñó su atención a esta corriente realista francesa y a La Tour, "el más español de los pintores franceses", al que se compara con Zurbarán, Ribera o Maino.

Mostrar el 75 por ciento de la obra de un autor del nivel de La Tour (Vic-sur-Seille, Lorena, 1593-Lunéville, Lorena, 1652) no ha sido una hazaña fácil. Además, solo se han querido traer obras maestras "deslumbrantes", según Dimitri Salmon, del Museo del Louvre y comisario de la muestra junto con Andrés Úbeda, jefe de conservación de pintura italiana y francesa del Prado.

"No exagero si afirmo que George La Tour es desde hace décadas uno de los pintores preferidos y más populares de los franceses. Es el más grande de los pintores franceses que emociona y sobrecoge, pero que a la vez desconcierta y se le mira con misterio. En Francia es como un problema que intentamos resolver desde hace cien años sin lograrlo", ha reconocido.

Muy poco se conoce de la vida y la formación del pintor, "por lo que cuando miramos sus cuadros no sabemos qué fuentes le han acompañado en su trayectoria como artista", según Salmon.

Capaz de crear emocionantes escenas nocturnas, religiosas y también diurnas de genero, a La Tour "se le pone al nivel de Poussin" y es "un original de la pintura francesa, mezcla misteriosa y conmovedora de realismo y espiritualidad que sigue seduciendo", según el comisario, para quien "La Tour es el triunfo de la historia del arte" al haber sido redescubierto tras una largo periodo de oscuridad.

En esta historia, han sido fundamentales dos exposiciones, según Andrés Úbeda. La primera monográfica organizada en 1972, y la segunda la celebrada en 1997 en el Grand Palais de París, "la más importante de las organizadas hasta ahora", con 520.000 visitantes, convirtiéndose en la muestra más visitada ese año en todo el mundo.

"La del Prado es la heredera de esas dos magníficas exposiciones" y supone un paso más en el conocimiento "de uno de los más grandes artistas franceses de todas la épocas tanto en Francia como en Europa".

El recorrido, "con lo mejor de lo mejor", permite apreciar que, a pesar de atravesar épocas muy diferentes, "es un pintor extraordinariamente coherente".

Sus pinturas más antiguas, las de los tipos populares, representan "como nunca antes, la miseria, la pobreza, el hambre", y entre ellas "Comedores de guisantes" es, para Andrés Úbeda, "la expresión de la pobreza más descarnada del siglo XVII".

En su segunda etapa, la de afirmación, la paleta de La Tour se aclara "y se muestra más dueño de sus pinceles"; un ejemplo es una de sus pinturas más conocidas, "La buenaventura", del Metropolitan de Nueva York.

En los nocturnos se contemplan sus célebres noches, iluminadas con velas, "una poética soledad con un rigor que conmueve, en la que se refleja la existencia de la religiosidad laica de La Tour". La exposición finaliza con "San Juan Bautista en el desierto", uno de sus cuadros" más misteriosos y silenciosos".