'El Calvario' de Van der Weyden regresa a su casa

Tras cuatro años de restauración integral, los mismos que el autor empleó en pintarlo en el siglo XV, ha regresado al Monasterio de El Escorial el cuadro El Calvario de Rogier van der Weyden, un acontecimiento de "importancia universal", según el director del Museo del Prado.

La recuperación de este "original maravilloso" de uno de los grandes artistas del Renacimiento europeo, sin el cual no se puede entender la historia del arte occidental, trasciende la importancia que esta obra tiene para las colecciones del patrimonio español y se convierte en una contribución al arte universal, ha indicado hoy el responsable de El Prado, Miguel Zugaza.

Y es que El Calvario, una de las obras más impresionantes del que fue el pintor más importante e influyente de los Países Bajos del siglo XV, tuvo una "vida azarosa" durante más de 500 años, que incluyeron múltiples emplazamientos, caídas y las consecuencias de un incendio en el siglo XVII, así como numerosas intervenciones que causaron daños considerables en el cuadro.

Un acuerdo firmado en 2011 entre Patrimonio Nacional y el Museo del Prado, con el patrocinio de la Fundación Iberdrola, ha permitido realizar estos trabajos en los talleres de la pinacoteca y su vuelta al Monasterio, al que lo donó Felipe II, según consta en sus archivos de 1574.

Tras su estancia de cuatro años en los talleres del Museo del Prado y su paso por la exposición dedicada a su autor en la pinacoteca, "El calvario" regresa a su lugar original para ser mostrada al público en una instalación especial con tres ámbitos en el que se presentan sucesivamente al artista y su obra, la intervención realizada y el cuadro en su estado definitivo.

Los restauradores del Museo del Prado y de Patrimonio Nacional, José Luis de la Fuente y Loreto Arranz, respectivamente, han dirigido los trabajos de restauración de esta obra de grandes dimensiones que presentaba grietas y fisuras por los desniveles de los 13 paneles de madera que la componen, así como faltas pictóricas, especialmente en las figuras de la Virgen y San Juan, repintados antiguos y ampollas provocadas por un incendio en 1671.

Trabajos tras los que el óleo ha recuperado la sensación original de tridimensionalidad escultórica de las figuras. José Luis de la Fuente, considerado uno de los mejores restauradores de soportes del mundo, ideó para este cuadro un sistema de muelles que se adecúan a los movimientos naturales de la madera por la humedad y permite movimientos tridimensionales.

Las Salas de Honores del Real Monasterio de El Escorial, donde se expondrá desde ahora El Calvario, acogen también una novedosa visión de la estructura del cuadro por su parte posterior para que el público pueda ver su aspecto, ha indicado De la Fuente, que ha explicado que hasta el siglo XVI todos estaban pintados sobre madera.

Asimismo, se puede contemplar las radiografías y reflectografías de infrarrojos que se han empleado en la restauración y que han servido para devolver el cuadro a su estado inicial.

Estas técnicas han permitido conocer el "espléndido dibujo" subyacente que hizo Van der Weyden, así como la variedad de ejecuciones que realizó el autor para conseguir un volumen escultórico, ha señalado Loreto Arranz, encargada de la restauración de la capa pictórica, tras la que las figuras han recuperado su verdadera gama de colores.

La consejera gerente de Patrimonio Nacional, Alicia Pastor, ha recalcado que, aparte de que El Calvario ha recuperado "su ser", su belleza y esplendor, esta restauración ha puesto en valor esta obra, que pasa a ser ahora "uno de los grandes iconos" de las Colecciones Reales de la institución.

Según Pastor, Patrimonio Nacional no tiene otras obras que estén en tan mal estado como se encontraba El Calvario. Este cuadro, uno de los tres únicos originales de Van der Weyden que están autentificadas por documentos de archivo, fue donado por el propio artista a la cartuja de Scheut en Bruselas, en cuyos libros de cuentas se registra su venta por 100 libras a un comprador anónimo, posiblemente Felipe II.