Bautista, Fandiño y El Califa a hombros en la venezolana Mérida

Iván Fandiño en la Feria de San Isidro
Iván Fandiño en la Feria de San Isidro |Telemadrid

El español Iván Fandiño, el francés Juan Bautista Jalaber y el venezolano Hassan Rodríguez "El Califa de Aragua" cortaron dos orejas cada uno en la tercera corrida de la Feria del Sol celebrada hoy en Mérida, en los Andes venezolanos, y salieron a hombros.

Se jugaron siete toros: seis venezolanos de Santa Fe y uno colombiano de El Capiro que dieron buen juego.

El cuarto fue indultado ante la insistente petición del público por Bautista que paseó las dos orejas simbólicas; el sexto, se partió un pitón al rematar en un burladero, no pudo ser devuelto a los corrales y lo mató El Califa de certera estocada.

La plaza registró más de media entrada.

Jalabert, verde botella y oro: Petición de oreja y dos simbólicas en el del indulto.

Fandiño, azul Bilbao y oro: dos orejas y ovación

El Califa de Aragua, rosa y oro (mató tres astados): dos orejas en su primero, ovación en el que no pudo entrar por los corrales y petición de oreja en el sobrero.

Con toreros lances, delantales y chicuelinas recibió el francés al que abrió plaza. El maestro lo llevó hilado hasta el platillo para rematar con media y luego servirle un armonioso trasteo con templadas series de naturales, derechazos y redondos al compás de la banda.

Entró a matar derecho para clavar estocada y certero descabello.

A rompe calderas salió el galo en su segundo: un colorado de buenas hechuras al que saludó de rodillas con temerarias verónicas.

El toro recibió dos varas con saña y par y medio del maestro.

Volvió de hinojos a iniciar la faena de muleta para no dejarse ganar la pelea, siguió en los medios en una valiente faena y se metió al público en el bolsillo.

Realizó un meritorio trasteo que puso al público de pie y a hacerle pedir el indulto con insistencia, que la presidencia concedió. El torero paseó las orejas simbólicas.

Con larga cambiada de rodillas y una serie de templadas verónicas recibió el de Orduña al toro de su debut en esta plaza andina.

Lo sacó de las rayas con toreros doblones antes de gustarse toreando por ambos pitones al son de la música.

La labor con la muleta llegó al público, que comenzó a pedir otro indulto, pero el diestro no se dio coba y entró a matar derecho, como una vela, dejando una estocada que tiró al toro sin puntilla para arrancar dos orejas.

Al quinto lo paró con templadas verónicas rematadas con torera media.

Con la muleta se fue a los medios y aprovechó para pasarlo con la diestra antes de que el toro se apagara. Lo mató de certera estocada que lo mandó al desolladero.

El primero del Califa cogía moscas y salía suelto del capote. Recibió una vara y el venezolano tomó los palos para clavárselos arriba.

Brindó al soberano, aunque el toro no era de brindis, y jugándosela le sacó meritorias series con la derecha y por naturales con el pasodoble de cortina.

Se adornó con ceñidos molinetes antes de perfilarse en corto y por derecha para matarlo de estocada sin puntilla y pasear las dos orejas.

Al que cerró plaza lo sujetó con templados capotazos antes de dejarlo colocado para que recibiera buena vara de Guimerá y tres pares de El Califa. Al salir del último, remató en un burladero y se partió el pitón izquierdo.

La presidencia lo cambió pero el toro no quiso volver a los corrales y El Califa lo mató de certera estocada.

Salió el sobrero, de El Capiro, que derribó en varas a cada uno de los caballos y saltó al callejón.

Asustó a toda la plaza menos al joven maestro que clavó tres pares de banderillas que ovacionaron y se la jugó con valiente faena de muleta.

Se tiró encima para matarlo sin puntilla y el público pidió la oreja que no concedieron a pesar de la gesta.