Andrés Suárez, de cantar en el Metro a llenar Vistalegre

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Andrés Suárez |Archivo

El cantautor gallego Andrés Suárez comenzó su carrera en Madrid tocando en el Metro y en terrazas del castizo barrio de La Latina. Este sábado vuelve, al Palacio de Vistalegre, con todas las entradas agotadas, y después de dos años y medio de gira. "Estoy feliz pero muy nervioso", asegura en una entrevista con EFE.

"Devolver 17 años de escenario y celebrar los que llegan" es lo que pretende Suárez con este concierto con el que pone fin a su gira de "Moraima", su quinto y último disco, aunque aclara que este concierto no es "el fin ni el techo de nada", ya que tras él se tomará una temporada para seguir escribiendo y descansar.

Comenta Suárez que "ahora empieza ya el momento de los nervios" porque se toma esto como "una responsabilidad" que "con la que está cayendo en este país la gente agote un recinto como Vistalegre" y haga kilómetros para verlo. Con este concierto, el cantautor se reafirma en su pretensión de que sea "una fiesta entre amigos y un concierto pensado sobre todo para disfrutar".

Todos los músicos que han colaborado en "Moraima" lo acompañarán en el escenario, y también artistas invitados tales como Vanesa Martín o Víctor Manuel, así como "alguna sorpresa por ahí que esperemos que puedan salir bien y gusten". Para este artista gallego haber agotado las localidades en Vistalegre "no es más que un paso de todo lo que viene" porque, como siempre le gusta decir, "lo mejor está por llegar".

"Si puedes soñarlo, puedes hacerlo", recuerda Suárez, frase que lo retrata a menudo y que le hace acordarse de ese chaval de 18 años que llegó a Madrid para ganarse la vida como músico y que acudía a conciertos en la sala Joy Slava o La Riviera, lugares en los que también colgó el cartel de no hay entradas.

"Cuando vine a Madrid creía más en mis sueños y en mis canciones que en mí mismo", resalta el artista, y añade que no dudó de ellos y fue paso a paso en su carrera, empezando en salas más pequeñas y escalando poco a poco posiciones en el panorama musical actual.

Suárez afirma que lo que le hace "dormir muy bien por las noches" es que haya sido un trabajo hecho lentamente, que nadie le "haya regalado nada", y admite sentirse "muy afortunado y muy agradecido".

"Siento la misma responsabilidad y el mismo agradecimiento con todas las salas", contesta a propósito de su salto del metro de Madrid a Vistalegre, porque dice no olvidar "los locales a los que me debo, por los que estuve pasando antes de llegar aquí".

A pesar de ser un artista que afirma llevar desde que tiene uso de memoria tocando en directo, reconoce sentir "la presión de un gran concierto como este" porque quiere "estar a la altura de todo el cariño" que siente por la gente que compra la entrada, el disco y hace kilómetros para acudir a verlo.

Califica de "surrealista" que haya gente de México y de Suiza, y de las Islas Canarias y las Baleares, que vayan a asistir a su concierto en Vistalegre y recuerda los más de dos años y medio que lleva de gira con "Moraima" paseando su música más allá de España y agotando las entradas en más de 80 ocasiones.

Explica Suárez que todo lo que ha ocurrido en esta gira ha sido un camino "de crecimiento y aprendizaje" de la que no cambiaría nada, al igual que de su quinto disco, del que se siente "muy orgulloso todavía dos años y medios después".

"Después de este descanso espero que venga una gira de al menos cuatro años sin parar", confiesa entre risas el artista, y añade que no se le acaban las ganas y la energía porque "tiene la suerte de vivir de lo que ama". El cantautor, que dice que no hay mayor placer que poder vivir de lo que ama, expresa que "no hay límites entre mi persona y la música".

Después de este concierto, Suárez volverá una temporada al norte, a Galicia, "para retomar la tierra y mi mar" pero añade que a los quince días ya tendrá ganas de lanzarse otra vez a la carretera.

"La gente como yo hacemos discos para descansar de la gira en vez de hacer un disco para una gira", concluye el artista, que no puede ocultar su felicidad y sus ganas de contemplar las luces de Vistalegre, en Madrid, la que considera su casa tras 10 años en la capital.