30 Minutos: "Un santo entre nosotros"

  • El reportaje se emite el sábado 30 de abril a la 18.45

Con motivo de la próxima beatificación del Papa Juan Pablo II el próximo 1 de mayo, Treinta Minutos ha elaborado el programa especial titulado “Un Santo entre nosotros”, un documental que recorre el camino de santidad de Carol Woytila, desde su Polonia natal hasta el final de su Pontificado. “Un Santo entre nosotros” recoge los testimonios de personas que le conocieron en la cercanía y que quedaron profundamente impresionadas por su intensa espiritualidad, por su humanidad y por su enorme talla moral e intelectual.

Asimismo, el documental ha querido reflejar cómo Juan Pablo II transformó las vidas de diversas personas laicas y religiosas que tuvieron encuentros en Jornadas de la Juventud, en audiencias privadas y en viajes y peregrinaciones. Todos los testimonios del documental confluyen en una misma idea argumental: en qué momento de sus vidas percibieron como evidente y manifiesta la santidad de Juan Pablo II.

“Un Santo entre nosotros” entrevista en profundidad a Joaquín Navarro Valls, portavoz del Vaticano durante más de dos décadas y mano derecha de Juan Pablo II que revolucionó la comunicación de la Santa Sede; Navarro Valls recupera vivencias personales junto a Juan Pablo II que le transformaron día a día como creyente.

Paloma Gómez Borrero, corresponsal española en el Vaticano, también explica cómo el hecho de acompañar al Papa a lo largo de los más de 100 viajes que realizó el Santo Padre durante su Pontificado, le cambió su forma de ver y entender el Mundo.

El programa ha entrevistado a Alfonso Ramonet, miembro de la Comisión de Actos Públicos del Arzobispado de Madrid, que participó activamente en la organización de las principales visitas del Papa a España. Alfonso Ramonet, además, narra cómo él estaba a menos de 30 centímetros de Juan Pablo II cuando éste sufrió un segundo intento de atentado en Fátima, en el año 82.

Julio Ballesteros, conductor del célebre Papamóvil durante las visitas de Juan Pablo II a España, recuerda las principales anécdotas que vivió junto al Papa. Durante sus 30 años de servicio activo como chofer de grandes personalidades mundiales, Julio Ballesteros confiesa que no ha conocido a nadie que le haya impresionado tanto como Juan Pablo II.

Marek Radkiewicz, sacerdote redentorista polaco, recuerda cómo le impresionó la primera visita de Juan Pablo a su querida tierra natal en 1979; fue un acontecimiento histórico que aglutinó los deseos de cambio y libertad del pueblo polaco y sirvió de ejemplo para que el resto de los países sometidos del Telón de Acero comenzaran a hacer suyo uno de los primeros mensajes del Papa: “¡no tengáis miedo!”. Diez años después, sucedería lo que parecía imposible: la caída del Muro de Berlín y el fin del Comunismo. Gracias a Juan Pablo II.

Jesús de las Heras, sacerdote y periodista, recuerda como si fuera hoy la sorpresa y el privilegio de que fuera el propio Juan Pablo II quien le ordenara; Jesús de las Heras explica qué significa ser santo y cómo es el camino que recorren los santos.

El programa ha entrevistado a José Garitagoitia, especialista en Juan Pablo II y en los cambios en los Países del Este, que explica los pormenores del atentado que sufrió en 1981 a manos del turco Alí Agca, un peón en manos del Kremlim, que tenía el objetivo de “neutralizar” la principal amenaza moral y ética que podía hacer tambalear el sistema comunista y el poder de Moscú.

Impresionantes son también los testimonios de cristianos anónimos, laicos y consagrados, que explican cómo cambiaron radicalmente sus vidas gracias al ejemplo de Juan Pablo II:

Julián López, sacerdote, años atrás estaba muy alejado de la Iglesia hasta que el mensaje de Juan Pablo II le llegó al corazón; poco a poco le fue transformando, acercando a Dios, de tal manera que en el célebre encuentro de Cuatro Vientos de 2003 su vocación ya estaba plenamente encauzada: a los pocos meses sería ordenado sacerdote.

Tíscar Espigares, perteneciente a la Comunidad de San Egidio, explica cómo Juan Pablo II es, sobre todo, un hombre profético que recorrió caminos antes intransitables: fue el Papa del diálogo, del ecumenismo entre religiones, que supo vincular de manera directa la Fe en Dios y la búsqueda de la Paz mundial.

Jorge Fernández era un seminarista que enfermó gravemente de esclerosis múltiple en el año 93: perdió su movilidad, no podía comer por sí mismo, tuvo que abandonar los estudios porque no podía leer, y estaba en silla de ruedas. Su hermano, coincidiendo con la visita de Juan Pablo II a España para consagrar la catedral de La Almudena, le llevó a ver al Papa. Juan Pablo II se acercó a él y le bendijo personalmente. Jorge explica que, a los quince días, los síntomas más graves de su enfermedad comenzaron a remitir: pudo estudiar su carrera y hoy, aunque no está plenamente curado, puede llevar una vida normal. Jorge está convencido de que Juan Pablo II hizo un milagro; no obstante, este acontecimiento no ha podido ser incorporado a la Causa de Beatificación del Papa al tratarse de un hipotético milagro realizado en vida: sirve únicamente para incrementar su “fama de santidadad”.

Elena Fernández, profesora, tuvo una profunda transformación interior a partir de un encuentro con Juan Pablo II en París, al igual que Alfonso Pérez Maura, que, gracias a un encuentro en Chestokowa, lleva 20 años dedicado a organizar viajes de enfermos al santuario de Lourdes. Lo mismo le ocurre a Rafael Arrabe, un joven cuya trayectoria vital quedó modificada gracias al encuentro de Toronto, donde descubrió a un Juan Pablo II que interpelaba a su corazón preguntándole “¿por qué tienes miedo?”.

Por último, el documental recoge dos testimonios que prueban la humanidad, el buen humor y la cercanía de Juan Pablo II: uno es Diego Poole, abogado, joven que durante varios años seguidos arrancó la sonrisa y las carcajadas del Papa actuando en un espectáculo de humor frente al Santo Padre en Roma en los Encuentros Universitarios. El otro testimonio es de Javier Urbina, cámara de televisión, que explica cómo muchos de los compañeros de profesión, técnicos y corresponsales extranjeros destinados en Roma fueron, progresivamente, magnetizados por la personalidad de un Papa que les impresionaría y les calaría muy hondo, fueran creyentes o no.